Venecia: con buenos modales

Carola Frentzen

La imagen se puede encontrar en cualquier gran ciudad: hay jóvenes comiendo sándwiches en el medio de plazas famosas, turistas cansados sentados en escaleras de mármol y algún hombre con el torso desnudo recorriendo el casco histórico. Mientras ese tipo de comportamiento es tolerado en cualquier ciudad casi sin problemas, Venecia se propuso enseñar buenos modales. Desde hace algunos días, la administración local dispone de 70 “guardianes del orden” civiles que actúan en torno a la Plaza de San Marcos y que muestran a los visitantes cómo comportarse.

La presidenta de este grupo de voluntarios, conformado por jubilados, estudiantes, amas de casa y “gondolieri”, es Maria Teresa Babanicas, una veneciana empedernida. “Queremos proteger la plaza más importante del mundo, la de San Marcos, y son los venecianos mismos los que defienden su ciudad”, dice la mujer.

Ataviados con chalecos de color naranja, estos “policías de los buenos modales” recorren la plaza diariamente entre las 12 y las 14, y explican a los locales y turistas cómo hay que comportarse junto al Gran Canal. Además, reparten folletos con las reglas básicas en cinco idiomas.

Entre otras cosas, desde hace algunos meses está prohibido hacer picnic en la famosa plaza y en los alrededores de la catedral. También están mal vistos los turistas que acostumbran a deambular por la ciudad con torsos desnudos, así como las visitas al templo con escotes demasiado generosos o faldas demasiado cortas. Lo peor que puede hacer un peatón es tirar basura al suelo, escribir en las paredes o recostarse en el suelo o en unos escalones para descansar. La ciudad ya colocó carteles con las prohibiciones hace algunos meses. Eso sí. Sin mucho éxito. Por eso, los “ángeles de la plaza de San Marcos”, como fue apodado el grupo de voluntarios, quieren convencer a la gente personalmente.

La idea proviene del asesor de turismo Augusto Salvadori. “Normalmente, la gente se levanta enseguida y sigue nuestros consejos”, explicó Babanicas. Sobre todo los turistas son muy obedientes. “Si alguien no nos quiere prestar atención, suele ser de Venecia”. En casos demasiado violentos, se llama a la policía. Y ésta, dependiendo del grado de la infracción, impone multas de entre 25 y 250 euros.

Las autoridades locales apuntan con estas medidas a mantener el encanto de la ciudad de 270 mil habitantes, que recibe cada año a millones de visitantes.

Por esa razón, ahora le tocará el turno a las palomas de la plaza de San Marcos. El alcalde Cacciario ordenó que los vendedores de alimento para las aves desaparezcan de la Piazza. Una investigación determinó que los daños causados por los excrementos de las palomas cuestan a cada habitante al año 275 euros.

La famosa Plaza San Marcos cambiará su fisonomía.