Año CXXXVII Nº 49625
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Economía
Escenario
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 07/10
Mujer 07/10
Economía 07/10
Señales 07/10
Educación 06/10
Estilo 06/10
Página Solidaria 19/09

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 14 de octubre de 2007  
[primera persona]
El cine despojado de prejuicios
Fernando Martín Peña dirige el Bafici. Es además coleccionista y conduce un inusual programa de TV que sorprende por la rareza de las películas que ofrece

Fernando G. Varea

Todos los días, en el comienzo de la madrugada, Fernando Martín Peña invita desde la pantalla de la televisión abierta a una propuesta que, aunque simple, por estos días parece una aventura: ver cine. Junto a Fabio Manes, conduce “Filmoteca” por Canal 7, un espacio donde transitan desde los clásicos hasta las primeras imágenes del Gato Félix. Invitado para dictar un seminario en la Escuela para Animadores del Centro Audiovisual Rosario, Peña dialogó con Señales y advirtió : “Todo lo que tiene que ver con la preservación no da réditos políticos en el corto plazo, entonces nadie le da pelota. Es patético, pero es así”.

Periodista, docente, investigador y coleccionista de cine, Peña se adentró en la problemática del séptimo arte y en particular en sus aspectos acaso menos glamorosos: su conservación, la divulgación de las obras relegadas por los prejuicios, las modas y los absorbentes intereses comerciales. Director artístico del Bafici (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires), Peña tiene a su cargo la programación de ciclos del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba),

—En estos días hiciste pública la difícil situación del Museo del Cine de Buenos Aires. ¿A qué atribuís la indiferencia de las autoridades por la preservación del patrimonio fílmico?

—La indiferencia es histórica. No tiene que ver sólo con el Museo del Cine sino también, en el caso del Incaa o Cultura de la Nación, con la no reglamentación de la Cinemateca Nacional. Son todos síntomas de lo mismo. Me parece que todo lo que tiene que ver con la preservación no da réditos políticos en el corto plazo, entonces nadie le da pelota. Es patético, pero es así.

—¿Eso mismo podría aplicarse al horario a que fue llevado tu ciclo televisivo “Filmoteca” (de lunes a viernes a la 1.30)?

—Eso creo que es más discutible. No es un horario bueno, pero es el horario en el cual podemos hacerlo. El ciclo se caracteriza por pasar cualquier clase de material y en un horario central eso sería difícil de hacer. Si ese horario tiene una ventaja es la de permitirnos absoluta libertad para dar lo que queramos. Es cierto que antes estábamos los domingos a la tarde, pero nos interrumpía el Telekino y era una vez por semana, ahora estamos todos los días. Cualquiera que tenga una videocasetera puede programarlo y verlo después.

—¿Cómo consiguen el material, tantas veces sorprendente?

—El 90 por ciento de lo que programamos proviene de las colecciones de Fabio Manes y mía, y tratamos de verificar que sea de dominio público, es decir, que lo podamos usar. Pero no es que sea extraordinariamente raro, simplemente a nadie se le ocurrió pasarlo antes en la tele. El material de Buster Keaton, por ejemplo, está en dominio público desde hace treinta años, y simplemente no se ha dado por televisión abierta por una cuestión de estupidez, no porque no se pueda. Es un problema de contenidos, no de habilidad.

—En “Filmoteca” las películas son presentadas en torno a ejes temáticos, un poco a contramano de la dispersa circulación del material fílmico en la actualidad.

—Elegimos un tema por semana, y tratamos de abordarlo desde perspectivas aparentemente contradictorias que en realidad son complementarias. En la medida en que la obra tenga algo que nos parezca original o estimulante nos parece que justifica estar en el ciclo. Sobre la Shoa, por ejemplo: lo raro puede ser que nadie se acuerde de “La pasajera”, de Munk, y nosotros sí. O “El extraño”, de Welles, que está en cualquier video club, pero nadie se acuerda que es la primera película de ficción que muestra escenas documentales del exterminio. Y a lo que me refiero con lo de distintas ópticas es que podemos programar esas películas, o “Mujeres heroicas”, de Jakubowska (que la tenemos en 16 mm y nunca se editó en video), pero también “Operación Eichmann”, que es una película de clase B que a nadie le importaría pero a nosotros sí, porque es como una forma rara de abordar la historia. El criterio pasa por nuestros gustos, sin los prejuicios que el historiador de cine y el crítico siempre tienen. Eso que vos llamás criterio es esa capacidad para desprenderse de los prejuicios. La realidad es que no hay canon, es una construcción simbólica que le puede servir a unos más que a otros para aprender, para después poder escapar tranquilamente de ahí.

—Vos defendés ver las películas en fílmico.

—Mirá, a la hora de difundir un material en forma masiva, me parece que en nuestro país el DVD tiene una cuestión económica que es irreemplazable, pero en DVD o en internet se consiguen determinadas cosas. Es como el vinilo y el CD, hay un montón de cosas que se editaron en vinilo que nunca llegaron al CD. Por otro lado, en lo que tiene que ver con la preservación del material, nada ha reemplazado al fílmico. Lo digo no desde una nostalgia retrógrada, sino objetivamente. Ningún material digital tiene una duración predeterminada: se calcula que dura quince, veinte años, pero nadie lo sabe en realidad. En cambio el fílmico ya se sabe que dura cien años. Hasta no hace demasiado (y creo que todavía se sigue haciendo), las series de TV norteamericanas muy difundidas se filmaban en 35 mm y después se editaban en digital para preservar el material. “Seinfeld” está toda filmada en 35 mm, porque los tipos la quieren guardar para seguir explotándola eternamente. Esa conciencia nosotros no la tenemos. También hay una cosa si querés de fetichismo, que yo respeto; en la medida en la que yo pueda, paso fílmico, porque me parece que si le estás cobrando una entrada a la gente tratando de reproducir lo que era la experiencia cinematográfica en el pasado, esa experiencia comunitaria, donde la película se tiene que ver como el director la pensó, ahí hay que hacer un esfuerzo, para que se aprecie en el formato para el que fue creada. Desde ese punto de vista, proyectar un clásico en DVD cobrando entrada, a mí me parece una claudicación.

—De tus años de búsqueda y rescate de películas, ¿hay algún descubrimiento que haya sido especialmente significativo para vos?

—Lo único que me parece importante de lo que yo he hecho es el trabajo con el cine militante de los 60 y 70. Es algo que tendrían que haber encarado las instituciones específicas de la sociedad civil desde el 83 para acá, y no lo hicieron. No lo hizo Cinemateca Argentina, ni el Instituto Nacional de Cine, no lo hizo nadie. Y lo empezamos a hacer recién en el 93. De hecho, es algo de lo que me siento orgulloso, porque me parece que marcó una diferencia.

—Incluyendo el descubrimiento de “Los traidores”.

—No me quiero atribuir nada que no me corresponda: yo escribí un libro sobre Raymundo Gleyzer, investigué su historia, pero no fui yo quien descubrió “Los traidores”. En todo caso habría que darle ese mérito a Juan Carlos Arch, que se animó, con unas bolas gigantescas, a conservar una copia durante toda la dictadura. Eso es heroico, lo que yo hice fue nada más que permitir que se redescubriera, ayudar a ponerla en circulación. Lo que me aterra es que se haya producido diez años después de la llegada a la democracia. Se perdió muchísimo tiempo, durante el cual murió mucha gente, se perdieron vínculos con materiales que hoy no vamos a volver a encontrar, se perdió una parte de nuestra historia. Todavía nos están faltando cosas, y cada trabajo de restauración sobre una película de esas es un triunfo.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La TV. "Ibamos los domingos a la tarde, pero nos interrumpía el Telekino", dice Peña sobre Filmoteca.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados