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domingo,
14 de
octubre de
2007 |
Newell's tuvo que tocar fondo para revivir
En la Lepra, los cambios de DT fueron una inyección anímica
“Cuando llega un entrenador se renuevan las esperanzas y todos empezamos de cero”. Esas fueron las palabras de Nicolás Spolli 24 horas después del triunfo logrado por Newell’s en el primer partido de Pablo Marini como técnico rojinegro (ante Racing, por el Clausura 2006). Y debe ser cierto eso de que los estados de ánimo suelen ser vitales en la vida de los equipos. Ejemplos sobran. Basta con hacer un breve repaso por los cambios que evidenció Newell’s en las últimas dos ocasiones en las que la cabeza del grupo cambió. Hoy el presente rojinegro no es color de rosa ni mucho menos, el flaquísimo promedio así lo marca (está en zona de promoción), pero va mejorando. Y todo después de la llegada de Ricardo Caruso Lombardi, quien ya le aportó seis valiosísimos puntos al equipo. Algo similar a lo que ocurrió con su antecesor, Pablo Marini (en el medio hubo un interinato de un partido de José Machetti), quien logró que el equipo reaccionara después de catorce partidos sin victorias.
En este marco las preguntas caen por decantación. ¿Le cuesta al equipo mantener la motivación después de iniciado un ciclo? ¿Es normal que lo jugadores se envalentonen tras de un cambio de entrenador? ¿Es necesario que ruede la cabeza de un técnico para que la cosa vuelva a funcionar?
Cuando a Marini le tocó agarrar aquel hierro caliente, los rojinegros cargaban sobre sus hombros con la alarmante suma de 14 encuentros sin conocer la victoria, 13 bajo el mando de Nery Alberto Pumpido (3 empates y 10 derrotas) y el restante de Machetti (una derrota). Y de golpe todo cambió. Los cinco primeros partidos con Pomelo al mando le dieron a los leprosos los triunfos ante Racing, Argentinos y Arsenal, una igualdad frente a Quilmes y el retorno a la senda triunfal contra Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Es decir, 13 puntos sobre 15 posibles.
En un momento complicado del club, no sólo futbolístico sino también político debido a la incidencia de la barra brava en el alejamiento forzado de Marini, llegó Caruso Lombardi. Y si bien lleva al frente del equipo muy poco tiempo y esto hace que sea difícil establecer grandes comparaciones, sí es posible marcar similitudes. Es que el conjunto rojinegro, que venía de cinco partidos sin triunfos (un empate y cuatro derrotas), logró sacar nuevamente la cabeza a flote. Es cierto que apenas van dos partidos, pero la categoría de los rivales a los que venció (Boca e Independiente) le otorga al trabajo del flamante conductor un plus en la valoración.
La ciclotimia es evidente. En ocasiones se goza, en otras se sufre. Estará en Caruso tratar de enderezar definitivamente el rumbo, pero también en los jugadores aprender de los errores del pasado. En jugarse hasta la última gota con lo que hay para no tener que apostar a algún otro cambio motivador.
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