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 domingo, 14 de octubre de 2007  
El cambio debe ser de todos

Los ejes de la realidad no siempre pasan por grandes parámetros. A veces, los pequeños comportamientos son demostrativos del estado de una sociedad. La semana pasada este diario divulgó un informe de especialistas que confirmó que manejar y hablar simultáneamente por celular es peligroso. El 90% de los conductores que lo hace realiza maniobras erróneas o riesgosas.

Interesantes fueron, como complemento de la información, los resultados de la encuesta que cotidianamente efectúa La Capital en esta misma página. Y es que casi la mitad de los participantes admitió que utiliza el teléfono mientras conduce. La sinceridad es bienvenida, pero refleja el estado de las cosas. Tomando en cuenta la cantidad de accidentes de tránsito que ocurren en la Argentina, muchos de ellos con saldo fatal, es hora de que el reconocimiento se traduzca en una modificación de hábitos.

El país está saliendo de la peor crisis de su historia. Se le suele atribuir la responsabilidad de lo sucedido a las dirigencias. Pero eso es acertar tan sólo en la mitad del blanco. Y es que los mismos comportamientos que se cuestionan en quienes detentan el poder son fácilmente detectables en quienes se lo han delegado. El ejemplo del tránsito es contundente: la alta dosis de indiferencia, desobediencia a las reglas y negligencia que se percibe en los conductores no puede imputársele al Estado, a quien sí cabe reprocharle la lasitud de los controles y la carencia de campañas educativas. Pero el caso de los celulares revela otro problema: sencillamente, la gente sabe que viola normas y se pone en peligro tanto a sí misma como a su prójimo. Sin embargo, continúa haciéndolo.


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