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domingo,
14 de
octubre de
2007 |
En foco. La batalla contra la inflación
El gobierno selló esta semana un nuevo acuerdo de precios con el sector supermercadista para lograr una rebaja del 5 por ciento en los productos de la canasta básica. La herramienta, que hace casi dos años funcionó como una excelente medicina contra un incipiente proceso inflacionario hoy se asemeja mucho más a un placebo que a una respuesta cierta para el incremento de la canasta básica.
Teñida de las suspicacias que genera el proceso eleccionario, la decisión oficial terminó generando muchas más dudas que certezas sobre un tema que, de por cierto, está bastante cuestionado como es el nivel de inflación real que tiene la economía argentina.
A los entretelones propios de la medida _se convoca sólo a algunos actores, en este caso las grandes cadenas y sin exigirle nada al sector industrial, por ejemplo_ se le suma en esta ocasión la falta de parámetros ciertos sobre los cuáles hacer los cálculos de la reducción de los precios.
En esta oportunidad, el pacto no fijó lista de productos, tampoco especificó marcas y, lo que es peor, precisó a ciencia cierta sobre qué valores se aplicará la reducción, lo introduce un nuevo ruido sobre la situación, ya que al no haber parámetros de comparación muy poco pueden controlar los consumidores en las góndolas. A eso se le suma que tampoco hubo fechas ni plazos para su aplicación.
En este escenario, donde todo el mundo se pone el traje de “cruzado” para atacar la inflación, no dejan de escucharse los discursos contradictorios, como el de muchos empresarios que retocan los valores de la mercadería en góndola en forma diaria o incluso el de referentes económicos electorales (economistas) que insisten con la actualización de las tarifas como una necesidad urgente para el próximo año.
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