El lado de los tomates

En los últimos días algo sacudió a la opinión pública: el precio de los tomates. Y se organizaron marchas y boicots, polémicas, justificaciones y condenas. Claro, 18 pesos es un despropósito, un abuso. Pero, ¿quién sabe a cuánto debería estar un kilo de tomates? Nadie garantiza que el precio oficial de 3,99 sea el precio real. Algunos dicen que es un absurdo. En realidad, los consumidores no sabemos el precio de nada. O mejor dicho, no estamos en condiciones de saber qué es caro o qué es barato. Lo que sabemos es si nos alcanza o si no nos alcanza el dinero para comprar. Si en la góndola del supermercado vemos un sachet de leche a 2,75 o 3,20, ¿cómo sabemos que es el precio correcto? Ahora, después del boicot el tomate ha bajado y puede estar a 10, 12 u 8 pesos y todos felices y contentos porque hemos ganado la batalla. Hoy la lluvia, la sequía, el granizo o la helada no afectan el precio, pero antes sí. Y por lo que parece, vamos a tener que boicotear cada producto para evitar el abuso al que nos someten los ganadores de siempre, los impunes. El 5% de rebaja en los precios que acordó el presidente Kirchner con los supermercados es una burla después de los aumentos superiores que las cosas han tenido. La única solución es la información y la solidaridad. Información de lo que deben costar los productos de la canasta familiar, al menos. Y digo de lo que deben costar, no de lo que podemos pagar aquí en nuestro país y no en Holanda o Túnez. Y la solidaridad que debe hacernos más sólidos como pueblo. Una solidaridad que nos conduzca a no comprar aunque podamos pagarlo si el precio es abusivo. Si el Estado no corrige este saqueo, debemos corregirlo nosotros. Somos los únicos que debemos cuidar nuestra dignidad y nuestros bolsillos.

Gustavo Rosa

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