Diferencias en salud

Tengo 28 años y soy empleado de General Motors Argentina. Tengo la suerte de no ser un desocupado más de los miles de jóvenes que andan sin rumbo, sin aparente posibilidad de progreso, que deambulan por las calles en busca de repuesta a sus dificultades. Y como en este hermoso país lamentablemente no existe una distribución equitativa de las riquezas y se margina a los que menos tienen, decidí aportar parte de mi sueldo para contar con una buena obra social; pero grande fue mi sorpresa y desilusión cuando necesité de ella. Voy a tratar de ser lo más escueto posible para no cansar: asistí al sanatorio ICR de calle Oroño 450 para atenderme con un médico por un problema de hernia inguinal y varicocele. En mi primera consulta fui advertido de que mi problema no tenía otra que la cirugía, pero que eran tres las alternativas: una la tradicional, otra la microcirugía y la otra de alta tecnología con aparatos de avanzadas laparoscopia. Pero grande fue mi sorpresa cuando este doctor me dijo que tenía que pagar para cualquiera de las dos opciones que no sea la primera, porque la obra social no lo reconocía. Ante la mala noticia, me apersoné a mi obra social y expliqué lo acontecido, a lo cual me respondieron que el médico pasara el presupuesto que sería autorizado. Al comunicarle al doctor la nueva, éste me dijo que tenía que abonar $ 3.000 y que después reclamara la devolución en mi obra social. En verdad me pareció que no estaba tratando con un médico, sino con un profesional del negocio, que creo que no es lo que juramentaron en el momento de recibirse en la Facultad de Medicina, gratuita y pagada por el pueblo. Todo esto me preocupa muchísimo por la diferencia económica entre seres humanos, pero más me preocupa que haya tamaño conformismo y se hagan los distraídos todos aquellos que estén en condiciones de poder hacer algo para solucionar estas barbaridades, que sólo producen enfrentamientos entre seres humanos.

David Ezequiel Mansilla, DNI 27.606.507