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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
Irlanda
La incomparable Dublín
La antigua ciudad celta seduce a sus visitantes con sus pubs, su gente y su reluciente economía

Daniel G. Echeverría

Después de viajar 160 kilómetros desde Glasgow hasta Stranraer, puerto donde se aborda el lujosísimo ferry de Stena Lines que nos deja en Belsfast, ciudad que se puede recorrer en un par de días, se llega a Dublín, la capital de Irlanda. Ciudad que no “brilla” como otras ciudades de Europa, pero tampoco necesita compararse con nada para conquistar el ánimo del visitante.

Dublín ofrece rincones llenos de encanto y sabor de un carácter tan cercano al argentino que nos hará sentir como en casa; uno sólo tiene que tomar una pinta de cerveza en un pub para entender cómo disfrutan los irlandeses de la vida.

Los vikingos fundaron la ciudad, cerca de un pequeño lago negro; es decir, cerca de un “Dubh Linn” (en gaélico) de donde procede el nombre de la ciudad de Dublín, es el lago más antiguo conocido en Europa del Norte y se encuentra en el centro del recinto de los pingüinos en el zoológico.

Dublín es la ciudad más grande de Irlanda, con más de un millón de habitantes. Es una de las ciudades capitales más viejas de Europa. Y a través de los siglos y particularmente en el siglo XVIII o la era Georgiana, adquirió una bella y característica arquitectura. Es la zona más densamente poblada del país y la que recoge buena parte de su patrimonio cultural y artístico en los museos.



Pasados por agua

La ciudad tiene un clima atlántico, con temperaturas tendiendo a bajas durante todo el año, con frecuentes y abundantes lluvias, aunque son de carácter intermitente. Tanto es así, que los mismos irlandeses dicen que “en Irlanda llueve entre dos tormentas”. Los veranos son frescos y húmedos, mientras que los inviernos, también húmedos, son un poco más fríos pero no nieva. No por casualidad Irlanda es llamada “Isla Esmeralda”, ya que este clima favorece al eterno verdor de todas las plantas y hierbas. El verde es también el color representativo del país, y se podrá comprobar en todos los souvenirs.

Dublín es uno de los cuatro grandes aeropuertos internacionales de Irlanda. Hay ómnibus que salen del aeropuerto al centro de Dublín a un precio de 4,50 euros, también se puede tomar un taxi, pero es mas caro: aproximadamente 20 euros. Antes de llegar se pueden oír comentarios identificando a la isla como rural y atrasada, pero es algo que no se corresponde con la realidad; sobre todo desde hace una década cuando se produjo el llamado “milagro irlandés” o como ellos mismos llaman “El tigre celta” cuya economía se situó entre las más florecientes de la Unión Europea, y está considerado como el país de mayor ingreso per cápita. Demás está decir que eso se traduce en los precios. Españoles, alemanes, italianos y muchísimos polacos emigran aquí para obtener mejores salarios que en su país, y lo logran.

El buen nivel de vida se nota enseguida, en cuanto se pide un vaso de cerveza en cualquier pub o se intenta cenar en un restaurante se puede ver cómo desaparecen los euros con el emblema del arpa. (Las monedas de euros se estampan en cada país de la Unión, con un símbolo característico de cada uno de ellos; en el caso de Irlanda, es el arpa de roble y sauce con cuerdas de bronce, del siglo XV, atribuido a un antiguo rey irlandés y que aparece no sólo en el anverso de los euros, sino también en la etiqueta de la cerveza Guinness y en los aviones de Ryanair, entre otros).

El plano de la ciudad lo regalarán en cualquier shopping o comercio; y la ciudad se puede recorrer utilizando el transporte público pero, sinceramente, las distancias son tan cortas que se puede ir caminando sin llegar a cansarse. En pocos países se puede encontrar una capital tan asequible como esta. Dublín está dividida por el río Liffey, que fluye de oeste a este, a través del centro de la ciudad y lo cruzan una gran cantidad de puentes para vehículos y peatonales, ya que sólo tiene unos 50 metros de ancho.



Compras

En el lado Norte el área de compras está en las calles Henry Street, que es peatonal y la más conocida, O’Connell Street, que es una calle muy animada donde los turistas y los “Real Dub” (así se llaman los habitantes de este lado del río: los verdaderos dublineses) hacen sus compras en los grandes almacenes, mercaditos y pequeños comercios, que abren hasta la madrugada; un horario muy cómodo para comprar los regalos de última hora o encontrar algo para picar: desde las anglosajonas “fish and chips” (papas con pescaditos fritos) hasta hamburguesas, kebabs (en Rosario llamados shawarmas), ensaladas o tomar una lata de sidra (cider), menos conocida que la famosa cerveza negra local, (que en verdad es rojo oscuro), pero con un sabor igual de fabuloso.

También hay “Carroll’s” cada dos pasos. Carroll’s es la cadena de tiendas de souvenirs más grande de Dublín. Están por todos lados. Sólo en O’Connell Street debe haber por lo menos cuatro.

Lo bueno es que en cada uno tienen algo que no hay en los otros y montones de ofertas tipo 4x15 euros.

¿Cuáles son las compras más habituales? De todo: toallas de bar con el logotipo de la Guinness, duendes de peluche, música y emblemas de la cultura celta, semillas de trébol, grandes galeras de peluche verde con el típico trébol, con que la gente se pasea muy oronda, entre otras cosas.

Casualmente en esa intersección, de Henry Street y O’Connell me detuve con mi moto ni bien llegué a Dublín, y elegí ese lugar por un curioso “monumento” que hay allí; “The Spire”, una aguja de acero que ostenta el récord de escultura más alta del mundo.

Montado en 2002, se trata de un tubo cónico de acero inoxidable de siete metros de base, hasta llegar a 10 centímetros allá, a los 120 metros de altura. Este lugar es el punto de encuentro de todas las personas, puesto que prácticamente se puede vislumbrar desde toda la ciudad y a varios kilómetros a la redonda. Se levantó para sustituir un anterior monumento que destruyó una bomba del IRA.

Aunque la imagen de este país se asocia irremediablemente con el terrorismo del IRA, en realidad tanto Irlanda como la propia Dublín son lugares muy seguros y tranquilos; máxime ahora que esta organización ha decidido abandonar las armas. Por otra parte, lo primero que me sorprendió fue notar que toda la policía que ostenta el gaélico nombre de Garda (y de la cual, la mitad son hermosas rubias de grandes ojos celestes) no lleva ningún tipo de armas, sólo una libreta y una radio; así y todo son extremadamente respetados por la ciudadanía.

El final de la calle O’Connell desemboca en un curioso puente que es más ancho que largo. Por aquí se cruza el Liffey hacia uno de los barrios mas animados de Europa: Temple Bar. En realidad, se trata de una gran manzana de calles rodeadas por el cauce del río, el puente Hapenny Bridge, por el que todos cruzan sin excepción.



Barrios con estilo

En el lado sur del río, donde las clases acomodadas levantaron en el siglo XVIII los famosos barrios de estilo georgiano cerca de las catedrales y del Trinity College está la calle peatonal Grafton Street, que suele tener músicos, artistas, malabaristas y mucha gente paseando, es el área de compras más coqueta y de comercios de “más prestigio” (es decir, ropa de diseño), donde encontrarán infinidad de locales de marcas conocidas y gran cantidad de joyerías especializadas en alhajas celtas de gran valor. Al final de esta peatonal, el gigantesco Shopping St. Stephen’s Green, justo enfrente del parque del mismo nombre. Por último, los amantes de las buenas bebidas no deben dejar pasar la ocasión de comprar alguna botella del famoso e internacional whisky irlandés, considerado por los expertos como uno de los mejores del mundo.

La calle Gardiner cuenta con una amplísima oferta de “bed and breakfast” y “hostels”, albergues donde puede disponer de una cama (cama, no habitación) y desayunar por 20 euros, de allí en más, la oferta hotelera comenzará como barato a razón de 59 euros por día hasta llegar a los 1.000, hoteles que bordean el río y ofrecen a diario entretenidos espectáculos musicales al mejor estilo tradicional irlandés. ¡Excelentes!


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Típica calle con sus coloridos bares.

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