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 domingo, 16 de septiembre de 2007  
Paseos dublineses

El Trinity College: donde apenas se traspone la puerta se va directo a un patio interior, donde parece como si uno estuviera en otro siglo. Con sus patios y monumentos, vale la pena verlo. Está formado por numerosos edificios entre los que se destaca su famosa biblioteca. Construida en 1712, tiene el privilegio de recibir un ejemplar de cada uno de los libros que se publican en las islas británicas, así que no es extraño que en tres siglos necesite ocho edificios para conservar casi tres millones de volúmenes. La sala principal, The Long Room, es una espléndida galería donde, como curiosidad, se conserva el arpa de roble y sauce con cuerdas de bronce, del siglo XV, que es símbolo identificatorio del país.

La Christ Church Cathedral: fue construida por los vikingos durante el siglo XII, reformada después por los normandos y, finalmente, terminada en plena transición entre el románico y el gótico. A solamente una cuadra del imponente templo, subiendo por New St. se llega a la catedral de San Patricio, rodeada de un bonito parque, es la sede del obispo católico. En sus nueve siglos de historia se destacan la figura de Jonathan Swift, beato del templo y famoso por “Los viajes de Gulliver”. Desde luego, tanto una catedral como la otra cobran una entrada de 5 euros.

La fábrica-museo de Guinness, esa famosa cerveza negra, está entre los lugares para visitar y también con la entrada regalan una pinta de cerveza en el bar que tienen en la azotea. Guinness representa un papel fundamental en el funcionamiento turístico y económico de la ciudad, y uno puede encontrar cientos de comercios donde poder comprar infinidad de souvenires y merchandising de la marca orgullosamente Irlandesa. Como dato curioso se puede decir que la gente de Dublín no debe pagar el servicio del agua, lo paga Guinness (sería bueno que en la Argentina hagan lo mismo).

También merece la pena visitar la destilería de whisky Jameson, entre otras cosas, porque se descubre en qué se diferencia el whisky irlandés del escocés y del americano; y si uno es mayor de edad, podrá participar de una cata de seis whiskies, por lo que será conveniente ir bien alimentado para no terminar en el piso.

Por supuesto, Dublín también abunda en parques y jardines. El parque de la ciudad, es el St. Stephen’s Green cuyo trazado y planos fueron consultados para construir el Central Park en Nueva York, una amplia zona de arboleda, paseos recónditos y espectaculares estanques.



Movida nocturna

La ciudad de Dublín tiene una vida nocturna muy activa y es conocida por sus excelentes bares y pubs, la mayoría de los cuales están situados en el lado sur y en el barrio “Temple Bar” en particular. Son infinidad de tabernas, bares, pubs y garitos donde comer, beber y escuchar la típica música irlandesa.

En ese ambiente no hay que extrañarse si la gente hace un hueco en su mesa o si le dejan en el respaldo donde se ha sentado un bolso o una campera mientras sus dueños se van a pedir algo a la barra o a bailar; en general, los irlandeses son muy abiertos y bastante confiados.

Pasar una noche en uno de estos locales es una experiencia casi obligatoria. Se puede participar en las sesiones de baile que surgen espontáneamente en el transcurso de las veladas en los pubs. Estos bailes, acompañados por la música celta constituyen una de las muestras más auténticas de la sociedad irlandesa.

En torno a la medianoche, dependiendo del día de la semana, el bar cerrará con la gente puesta en pie entonando las estrofas del himno nacional. A esas horas y con varias Guinness en el cuerpo, la escena es tan emotiva que, aunque no se quiera, se pone la piel de gallina.

Históricamente, la isla se divide en cuatro grandes provincias: Munster, Connacht, Ulster y Leinster. Desde Dublín, capital de esta última, uno tiene muchas alternativas como por ejemplo: visitar los paisajes de Wicklow Gap donde Mel Gibson filmó “Corazón Valiente”; o conocer Dun Laoghaire, donde viven famosos como U2 o Sinead O’Connor.


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O'Connel Street y su constante movimiento.

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