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 sábado, 25 de agosto de 2007  
Noche de regalos
Newell’s perdió con Racing por un penal mal

Gustavo Conti / Ovación

Podría quedarse en la justificación de que ya lo tenía controlado. Es cierto. Podrá decirse que sólo un penal mal cobrado pudo quebrarlo y que el árbitro fue entonces determinante. También. Pero lo más provechoso para Newell’s sería aprender de lo que pasó anoche en Avellaneda, donde casi no atacó y estuvo atado al fondo en gran parte del partido. Cuando eso pasa, los desenlaces suelen ser así. Con derrota. Y además con el sabor amargo de pensar que se dejó todo, cuando no fue tan así.

  Porque sí es verdad que Newell’s volvió a dejar las camisetas bien transpiradas en la cancha pero no entregó nada de juego asociado, con el que también se construyen los partidos y el que anoche buscó demasiado tarde. Entonces los jugadores debieron pensar que estuvieron ahí de un buen resultado, que ayer sólo pudo ser un empate pero ese conformismo es engañoso. Para lograr algo grande hay que hacer más de lo este laborioso equipo de Marini propuso en el Cilindro.

  Schiavi, la figura rojinegra, había dicho el jueves que debían aguantar los embates de Racing al principio pero nadie pensó que duraran tanto. Se extendió por todo el primer tiempo, con una tendencia de mayor a menor intensidad y si bien es cierto que desniveló en el momento en que los rojinegros lo habían sacado de sus dominios y con un penal que no pareció, la sensación es que se desgastaron muchísimo en la marca y no tuvieron recursos ofensivos.

  Marini previó un juego de altura y tuvo razón. Racing no tuvo mayores recursos que los envíos aéreos pero fue perseverante, aún contra las murallas que le ponían Schiavi, Spolli y Ré. Pegó Sosa un cabezazo en el palo en el primer tiempo, en la más clara tras un tiro libre de Salcedo, y sobre la mitad del complemento un envío más al área leprosa encontró a Avalos enredándose con Spolli y Maglio vio penal. Gol de Sava y a otra cosa.

  El mediocampo de Newell’s también le facilitó las cosas porque siempre parecía en inferioridad e inclusive se cometieron muchas faltas que generaron los tiros libres, varios de los cuales, metieron mucho miedo.

  En el último tramo, Newell’s intentó hacer lo que no pudo, no supo o no quiso antes y como la sensación fue que tenía con qué, entonces, resignar tanto tiempo apareció como un verdadero despróposito.

  Algún revoleo en el área de Racing, un tiro libre de Santiago Salcedo que Campagnuolo sacó muy bien al córner, varios centros y el saludable intento de llegar tocando (ya con Vangioni y Pérez en la cancha por los intrascendentes Lucero y Donnet) pudieron ser fructíferos sin el lastre de la urgencia.

  En el final, Seri no resolvió ante el acoso rival en defensa y el Piojo López aprovechó el obsequio para descomprimir aún más la tensa situación previa en Avellaneda. Y castigó a Newell’s, que no está para chiches pero tampoco para regalar nada. Más allá de la parte que le tocó a Maglio, hizo lo suyo y lo pagó carísimo.
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Spolli y Schiavi son la imagen de la desazón.

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