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 sábado, 18 de agosto de 2007  
candi
Café del Bajo
—Hablemos hoy de religión y cuestión social. Reflexionaré brevemente sobre la actual situación que vive nuestra sociedad y recordaré un anuncio.

   —Adelante.

   —En los Evangelios Sinópticos se cuenta que una mujer se acercó a Jesús y le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron”, y él respondió: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”. Pero el Evangelio de Tomás, según el texto copto encontrado en Nag Hammadi, amplía un poco más la escena, que se manifiesta de esta manera: “Le dijo una mujer de entre la turba: dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. El le respondió: bienaventurados aquellos que han escuchado la palabra del Padre y la han guardado de verdad, pues días vendrán en que diréis: dichoso el vientre que no concibió y los pechos que no amamantaron”.

   —La última parte es muy, pero muy fuerte.

   —En primer lugar quisiera aclarar que una cosa es el texto copto atribuido a Tomás, y otra el texto griego escrito después y adjudicado al mismo apóstol y que, en mi opinión, es una fantasía sobre la infancia de Jesús. Pero este Evangelio al que hago referencia, y que los teólogos cristianos no han aceptado para ser incluido en el Nuevo Testamento, es bastante serio. Y aun cuando pueda ser atribuido a la corriente conocida como gnosticismo y que algunas cuestiones no puedan ser toleradas o aceptadas por la teología cristiana, me parece a mí que su contenido es muy enriquecedor. Dicho esto, quisiera meditar sobre esta última parte del Evangelio de Tomás: “Días vendrán en que diréis: dichoso el vientre que no concibió y los pechos que no amamantaron”.

   —¿Qué interpretación debe darse?

   —De ningún modo, ni remotamente, debe interpretarse como un reproche de Jesús a la vida cuando las circunstancias son adversas. Lo digo para que nadie se sienta tentado a pensar en ello. Estas palabras son, desde mi punto de vista, una profecía, una advertencia de lo que, lamentablemente, llegarían a pensar ciertas personas en virtud del descalabro social. Pero pregunto: ¿no ha llegado ya ese momento? Hace unos días atrás escuché decir a una señora, apesadumbrada: “Uno trae hijos al mundo para que sufran”. Y este pensamiento de alguna manera se va aproximando a esa advertencia de Jesús: “Días vendrán...”. ¿Nadie ha escuchado a algunos jóvenes decir que es mejor no tener hijos en estas circunstancias sociales? De hecho, muchos chicos no piensan en hacer familia no porque no lo deseen, sino porque advierten que el sistema no se los permite o se los dificulta. El no compromiso de los jóvenes con la estructura familiar muchas veces tiene que ver con el miedo al dolor propio y de los amados. Miedo a un sistema que, proverbialmente, se ocupa, y mucho, de limitar la vida digna hasta hacerla, con frecuencia, humillante. Mañana seguimos con el tema.

Candi II

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