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 domingo, 12 de agosto de 2007  
Política. Este mes economistas, industriales y productores agropecuarios analizarán en Rosario los rumbos que debe tomar el país para consolidar el crecimiento
Se dispara el debate sobre el futuro del modelo económico
Se vienen en el congreso de Aapresid y las conferencias de Ieral Litoral y Fisfe

Sandra Cicaré / La Capital

La economía argentina creció un 43 por ciento entre el primer trimestre de 2003 y el mismo período de este año, señaló la semana pasada el ministro de Economía, Miguel Peirano, frente al cónclave empresario reunido en el Council de las Américas y sentó el piso de discusión sobre el futuro de la política económica de un país que acumuló en los últimos años un crecimiento del PBI del 8 por ciento.

Así, con semejante plafón, el gobierno recurrentemente acota el debate sobre los retoques que necesita el modelo y que comenzaron a filtrarse en los últimos tiempos a raíz de la crisis energética, las deficiencias en materia de infraestructura física, la inflación e incluso los vaivenes en el mercado cambiario.

Estos ejes resumen los puntos de encuentro o enfrentamiento entre los distintos sectores de la economía argentina, que ya no pueden polarizarse bajo el tradicional binomio campo e industria sino que están mucho más vinculados con las escalas productivas que con la identificación sectorial.

De ese modo, mientras el sector agropecuario levanta la voz contra la política de subsidios que beneficia a la industria, coincide con ésta el tipo de cambio alto o competitivo que tantos beneficios aportó a la agroindustria y tantos dolores de cabeza le da al sector financiero vinculado al mercado externo.

Ambos sectores son los que sintieron, directa o indirectamente, el impacto de la crisis energética que redujo el suministro al sector industrial. Así, mientras las fábricas debieron reacomodar sus turnos de producción, los productores primarios sintieron el coletazo del fenómeno y tuvieron que replantear, por ejemplo, sus esquema de producción frente a la escasez de insumos, especialmente de fertilizantes, a raíz de la parada de las plantas productoras de urea.

Con esa agenda, cruzada por puntos comunes y por diferencias de enfoque en materia de políticas de largo plazo, en las próximas semanas industriales, productores agropecuarios y empresarios de la región debatirán sobre los alcances del modelo económico —al que todos le reconocen una performance inédita para la Argentina— y los límites de este crecimiento en el mediano y largo plazo.

En las tribunas de la 1º Conferencia Industrial de la provincia de Santa Fe (organizada por la Federación Industrial de Santa Fe el miércoles); del XV Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) que arranca el martes y del Seminario por el 19º aniversario de Fundación Mediterránea Ieral Litoral, el próximo lunes 27, habrá espacio para dar respuesta al interrogante sobre si el crecimiento se sostendrá en el largo plazo o si existen restricciones que puedan impedirlo.



Aprovechar el tren

El sector agropecuario, uno de los principales beneficiarios de la combinación devaluación y altos precios internacionales, también fue protagonista en los últimos años de una de las más conflictivas relaciones con el gobierno nacional y mientras las entidades gremiales del sector protagonizaron duros enfrentamientos con la administración de Néstor Kirchner (algunos prósperos y otros no tanto), las entidades de rango técnico impusieron puertas adentro del sector una agenda de trabajo centrada en la innovación y las nuevas tecnologías de insumo y manejo para escapar al debate netamente político pero al mismo tiempo dejar sentado el grado de competitividad que podía alcanzar al sector frente a la industria sin el empujón de políticas públicas.

“Cuando actuás protegiendo y amparando a un sector y a otro no, sólo conseguís que el primero no se desarrolle y el otro se haga fuerte ante la adversidad”, dijo el presidente de Aapresid, Jorge Romagnoli, para explicar cómo el campo sobrellevó estos años las políticas públicas hacia el sector.

A su juicio, por la “miopía política” que impide promover el desarrollo de todo el esquema empresario del país, la Argentina puede perder la oportunidad de ser el gran proveedor de alimentos y energía que demandará el mundo en mediano y largo plazo, “sectores donde nosotros tenemos ventajas comparativas”, dijo Romagnoli.

Aunque como ocurre en todas las ediciones Aapresid centró la agenda de su congreso en un discurso de rango técnico, la coyuntura del campo no es ajena a una convocatoria de semejante magnitud, ya que reúne anualmente a más de mil asistentes de todo el país.

“Este congreso propone repensar nuestras prácticas profesionales, estrategias empresariales y nuestro rol en la sociedad a través de la óptica de dos conceptos que son parte de un mismo proceso: reinvención y prospectiva (mirar hacia adelante para construir futuro)”, explican desde la entidad.

Y en ese punto, Romagnoli dio algunos indicios de cómo se puede vincular la coyuntura con los lineamientos de acción a futuro.

“A la hora de hablar de crisis energética es importante tener conceptos agronómicos claros que le permitan contar con alternativas para la toma de decisiones, por ejemplo, nuevas formas de producción basadas en la rotación de cultivos entre gramíneas y leguminosas que permitan un aporte de nitrógeno y de ese modo no tener la necesidad de recurrir a la fertilización química”, dijo el dirigente de Aapresid.

“Estas cosas, entre otras, pueden mitigar el impacto del incremento en el precio de los insumos que aparece como consencuencia de la crisis energética”, aseguró.

Pero la innovación y la incorporación de tecnología son procesos que demandan inversiones y para Romagnoli, son clave las “políticas claras en el mediano plazo” para incentivarlas. “No se deben alterar más allá de la alternancia política, porque los procesos biológicos necesitan un tiempo de maduración”, explicó e hizo referencia al caso de la ganadería. “Para llegar a un novillo terminado se necesitan tres años como mínimo y quién va a invertir en eso si no saben qué puede suceder en el país en ese tiempo”, ejemplificó.

Por eso, consideró que la incertidumbre acentúa las prácticas de monocultivo. “Frente a eso, la opción es hacer un solo cultivo (como la soja) que tiene un ciclo de cuatro meses, donde cualquier fondo puede participar y otorga un retorno del 20% por sobre el capital invertido, que supera a la de cualquier banco”, dijo.

“Si no hay una política de previsibilidad a nivel nacional para saber qué hacer, es difícil promover en forma homogénea y sostenida un esquema productivo con las potencialidades que hoy tiene el país”, dijo Romagnoli a la hora de poner sobre la mesa los ajustes que debe hacer el modelo para lograr la sustentabilidad a largo plazo.



Regulaciones y subsidios

La mayoría de los economistas piensan que se mantendrá el ritmo acelerado de crecimiento en 2007 por los buenos precios de los principales productos de exportación, el mantenimiento del superávit fiscal y el crecimiento de la demanda interna por el aumento de empleos y salarios, explican desde la base Litoral de Fundación Mediterránea.

Sin embargo, aunque hay uniformidad de criterios en el diagnóstico, en el tratamiento aparecen las principales diferencias sobre cómo abordar la situación de cara al futuro cercano.

Así, desde Ieral Litoral consideran que hay restricciones que pueden impedir el crecimiento en el mediano y largo plazo en la medida que no se corrijan algunas políticas en materia de control de precios, regulaciones y subsidios cruzados entre los sectores productivos.

Tulio Ceconi, titular de Ieral, explicó que el gobierno adoptó estas medidas con el objetivo de lograr una mayor equidad en la distribución del ingreso y controlar la inflación para que no se erosione el ingreso real de los sectores de menores recursos.

Al mismo tiempo “asumieron la premisa de que los controles y los subsidios cruzados no afectarían la tasa de crecimiento de la economía a largo plazo”, dijo.

Pero luego de dos años de un proceso de acentuación, estas políticas antiinflacionarias “son eficaces en el corto plazo pero ineficaces en el mediano y largo plazo”, sentenció Ceconi y aportó evidencia empírica.

Las muestras de este desacierto se comprueban en: “la situación del Indec (que fue virtualmente intervenido por la Secretaría de Comercio Interior); la interpelación de la Cámara de Diputados en febrero de este año donde se le consulta al Ejecutivo que medidas adoptará cuando fallen estas medidas de corto plazo; la elaboración de encuestas de inflación paralelas; la aparición del desabastecimiento; las diferencias del nivel del IPC nacional con el interior del país y finalmente, la brecha entre precios minoristas y mayoristas y de la construcción”, enumeró Ceconi.

Estos puntos estarán contenidos en un estudio elaborado por Ieral Litoral que se presentará formalmente durante el seminario que tendrá lugar el lunes 27 en la Bolsa de Comercio.

Además, el estudio hará un repaso sobre cómo ésto impacta en la inversión. “Hicimos una medición de la inversión extranjera directa en base a la Cepal y desde los años 80 hay una caída impresionante”, dijo Ceconi, quien recordó que ésta se direccionó hacia el mercado interno, que es más reducido pero que no alcanza para que las empresas puedan competir en el exterior.

Ya en el terreno doméstico, Ieral hace un repaso sobre cómo estas herramientas de política económica impactaron en Santa Fe y concluye que fue una de las provincias más afectadas en función de su estructura productiva, ligada al sector primario y agroindustrial que estuvo sujeto a controles o intervenciones por parte del gobierno nacional.

“Para dar un ejemplo, la política de retenciones tuvo el objetivo de máxima de beneficiar a los sectores más desprotegidos pero actuó como un boomeran porque afectó a las explotaciones agrícolas más pequeñas, que ante la baja o el control de precios se vieron obligados a arrendar o vender sus propiedades porque no alcanzaban a cubrir el tamaño mínimo de su empresa para ser rentable”, dijo.



De crecimiento a desarrollo

“Es necesario pasar del crecimiento al desarrollo”, disparó el vicepresidente de Federación Industrial de Santa Fe y titular de la primera conferencia industrial de la provincia, Guillermo Moretti, a la hora de fijar la agenda de discusión del encuentro que se realizará el miércoles 15 en la sede del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Rosario.

El industrial explicó que este es el desafío para consolidar el modelo económico que “nació como consenso entre la Unión Industrial Argentina y la CGT, y que fue presentado ante los organismos internacionales” en plena crisis y en los albores de la presidencia de Eduardo Duhalde.

“El crecimiento pasa por el desarrollo y por volver al equilibrio entre las regiones”, dijo Moretti y explicó que el planteo apunta a consolidar y ampliar el mercado interno “que toda economía fuerte privilegia”.

El sector industrial, uno de los principales beneficiarios de la política de cambio alto, empezó a encontrar sus primeros cuellos de botella, especialmente en infraestructura física, energía y acceso al crédito.

Con un discurso conciliador, propio de quienes fueron los principales beneficiarios del modelo, los industriales aseguraron que “lo fundamental es defender el modelo productivo en base a un tipo de cambio competitivo”, dijo el presidente de Fisfe, Carlos Capisano.

El empresario indicó que, de todos modos, “buscamos hacer aportes para mejorar el modelo, entre ellas poner el acento en la energía, la ley de riesgos del trabajo y la creación de un banco de desarrollo”.

En los coloquios que la entidad realizó en distintas ciudades de la provincia preparatorios de la conferencia, los industriales plantearon preocupaciones comunes en torno al “aumento de costos y la urgencia por lograr la sanción de la ley de desgravación a la reinversión de utilidades”, dijo Capisano.

Por otra parte, los industriales hicieron referencia a la necesidad de consolidar una idea que vienen impulsando desde hace tiempo, vinculada con el desarrollo de las cadenas de valor.

Por eso, para Moretti la única fórmula de enfrentar el problema de la inflación pasa por mirar puertas adentro de los encadenamientos productivos regionales.
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En los distintos sectores hay consenso sobre los logros, pero no sobre cómo seguir en el mediano plazo.

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