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jueves,
02 de
agosto de
2007 |
Volví pero ya no era igual
Volví a El Cairo después que nos dejara el Negro y no sé si era porque me embargaba la angustia de esa pérdida, pero no era como antes. La atmósfera del bar se sentía cargada de tristeza; se oía sólo un suave murmullo; no se oían risas ni expresiones algo intensas, pese a hallarse totalmente colmado. Tampoco se oían los ruidos de las vajillas, de las máquinas de café o de licuadoras. El Cairo respondía a la tristeza colectiva de nuestra ciudad, igual que nosotros, igual que la mayoría de los rosarinos que aprendimos a querer al Negro por su personalidad, por sus queridos personajes, por sus cuentos. Así, recordé uno de ellos que me hizo reír en su momento, aquel contenido en "El mayor de mis defectos" titulado: "El día que cerraron El Cairo". Por razones de duelo, el bar no abrió ese día y la mesa "no se había podido reunir y no habían fijado "un aeropuerto de alternativa", "clásica imprevisión del hombre argentino" se lamenta en el cuento, lo que provoca situaciones cómicas. A pesar de que El Cairo actual es tan distinto al del que vos frecuentabas, Negro, ¿no previste cómo sería ir a El Cairo cuando vos ya no estuvieras?
Estela Caetano das Pedras, DNI 4.954.614
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