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 domingo, 22 de julio de 2007  
Día bien callejero y de fierreros

Vértigo. Adrenalina. Miles de fierreros se plancharon desde muy temprano sobre los márgenes de la cinta asfáltica que le dio vida propia al desafiante circuito callejero. Emplazado en el corazón de la ciudad, el público vibró al compás de los motores. Y no sólo con los oficiales TC 2000, sino también con la Fórmula Renault 1.6 y la Copa Megane. El automovilismo se florea en Santa Fe.

  La fisonomía santafesina no es la habitual. Un gran camino de cemento, especialmente preparado para la ocasión, conforma un trazado extremadamente complejo. A tal punto que el margen de error de los pilotos es mínimo. Un movimiento de muñeca o pie en falso podría dejarlos afuera.

  La seguridad es mayor este año en relación al anterior. Basta con ver los firmes y prolijos bloques de concreto que van formando una larga cadena y abrazan los 3.143,5 metros que tiene de extensión este improvisado circuito, para constatar que los organizadores hicieron hincapié en este delicado aspecto.

  Por eso se incrementaron algunas medidas de prevención para evitar poner en jaque al público. Se distribuyeron más de 3000 metros de vallas líneales y se agregaron seis tribunas a las diez originales. La gente está disfrutando el fin de semana.

  Jornada sabatina de ensayos, pruebas y clasificaciones. Las escuderías de las distintas especialidades plasmaron todo su potencial. Ya sea en los boxes como en el circuito. Pero el color lo puso esa inmensa masa de tuercas que se congregaron a la vera del Paraná para disfrutar el vicio de los fierreros.

  Las distintas generaciones y géneros se desplazaban sonrientes bajo la mirada de un tibio sol. La zona baja de los boxes estaba abarrotada. Todos querían tener algún tipo de contacto con los pilotos que animan esta apasionante especialidad.

  Entre los más buscados estaba el campeón Matías Rossi. Pero sus escoltas eran el simpático brasileño Cacá Bueno y el líder del torneo Christian Ledesma. En cuanto a la devoción por las marcas, la mayoría se rindió de manera equitativa. Está claro que lo más apasionante es ver y escuchar el rugir de las máquinas que hacen estremecer cuando pasan frente a uno.

  Cuando el atardecer estaba a punto de caer a manos del anochecer, ya con la pole en el bolsillo de Emiliano Spataro (Megane), seguido por el Astra de Rossi y el Renault de Guillermo Ortelli, la masa de fierreros comenzó a despejar la otra pista. Esa misma que para hoy promete estar nuevamente recargada. La fiesta es popular y callejera. Y Santa Fe es la capital del fierro nacional. l
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