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domingo,
22 de
julio de
2007 |
Fontanarrosa, bien "de acá"
La muerte de Roberto Fontanarrosa sacudió a la ciudad hasta sus cimientos. El creador de Inodoro Pereyra, entre otros personajes memorables, se había convertido en un auténtico ídolo de los rosarinos, no sólo debido a su talento sino también a su humildad y bonhomía.
La identificación que existía entre el Negro y la gente iba más allá de todo: no importaba su fanatismo por Central, los hinchas de Newell's también lo adoraban. No importaba que alguna de sus creaciones (como el controvertido Boogie) no fuera del gusto de todos. La llaneza de su carácter y la simpatía que exudaba lo convertían en un par: él no quería ni sabía diferenciarse del pueblo.
Ajeno a remilgamientos y a rebuscamientos, su discurso sencillo iba de la mano de su ejemplo vital: a pesar de que tuvo muchas oportunidades de hacerlo, y de que el reconocimiento del que gozaba iba mucho más allá de las fronteras locales, eligió permanecer en la ciudad. Fue, entonces, bien "de acá", nada más y nada menos que uno de nosotros.
Para más adelante quedará el análisis sobre la calidad de su creación: el Negro fue, sobre todas las cosas, un gran humorista en cuanto género abordara, tanto con la pluma como con la palabra.
Pero la primera razón por la cual es tan lamentada su ausencia no es otra que el dolor humano que provoca. Las mesas de café que habitó como un segundo hogar extrañarán su simpleza y su afabilidad, y los lápices que con tanta destreza condujera sobre el blanco de la página reclamarán en silencio el regreso de su mano.
El Negro sigue vivo. Su cálido recuerdo crecerá en el futuro y junto con su inolvidable obra contribuirá a cimentar la identidad rosarina.
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