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domingo,
22 de
julio de
2007 |
Cocina: sabores de vida
Mi querida amiga, los días más fríos se pueden aprovechar para preparar comidas calientes que contengan un poco más de calorías. Hoy le sugiero unas riquísimas supremas con avellanas y oporto que puede acompañar con un flan de verduras de estación.
Supremas con avellanas
Ingredientes:
6 supremas de pechuga
c/n de harina
100 g de manteca
1 vaso de oporto
100 g de avellanas tostadas
c/n de caldo de ave
100 cc de crema de leche
sal y pimienta
Sazone las supremas, páselas por harina y fríalas en una sartén con manteca. Retire y reserve caliente. Incorpore el oporto a la sartén donde fritó las supremas para levantar el fondo de cocción, y deje reducir a fuego mínimo.
Forme una pasta con las avellanas tostadas y molidas con un poco del caldo. Vierta la crema de leche y condimente. Sirva las supremas cubiertas con esta salsa y con un flan de verduras como guarnición.
Flan de verduras
Ingredientes:
1kg de verduras hervidas
4 huevos
1 tacita de vino blanco
1 taza de queso rallado
1 cucharadita de albahaca
Procese o licúe las verduras con el vino, los huevos, la albahaca y el queso rallado. Vierta la preparación en moldecitos individuales enmatecados y cocínelos a baño María en horno suave hasta que al introducir un palillo salga seco.
¡Estoy en el aire!
¡No diga que no le avisé! De lunes a viernes, a las 11.15, puede escuchar nuestra contribución al desconcierto gastronómico en “Para todos”, por radio LT3, en AM 680.
Había una vez.....
Cuentan que una mujer se retiró a una cueva en las montañas con un gurú. Quería aprender todo lo que pudiera saber. El gurú le dio libros y la dejó para que pudiera estudiar. Cada mañana, el gurú regresaba a la cueva a verificar el progreso. En su mano llevaba un bastón. Cada mañana le hacía la misma pregunta: “¿Ya has aprendido todo lo que se puede saber? Y ella repondía: “No, no lo he hecho”. El gurú entonces le pegaba en la cabeza con un bastón. Esa escena se repitió durante meses. Un día el gurú entro en la cueva, hizo la misma pregunta, escuchó la misma respuesta y levantó su bastón para pegarle, pero la mujer cogió el bastón del gurú parando su golpe en el aire.
Aliviada de haber dado fin a los golpes cotidianos, pero temerosa de la represalia, la mujer volvió la vista hacia el gurú. Para su sorpresa, el gurú le dijo: “Felicidades, te has graduado. Ahora sabés todo lo que necesitás saber”. “¿Cómo es eso?”, preguntó la mujer. “Nunca aprenderás todo lo que se puede saber pero has aprendido a parar el dolor”, le contestó.
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