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 domingo, 22 de julio de 2007  
El cazador oculto: “El amor en los tiempos de Springfield”

Ricardo Luque / Escenario

Ya es hora de hablar en serio. No importa la edad, el estado civil, la carga horaria; aun a los hombres inteligentes, maduros, con experiencia, les puede pasar. Y debo admitirlo, también a mí, un cazador avezado y sigiloso, curtido en mil batallas, que mal que les pese a los unos y a los otros, sabe de qué viene la cosa. Estoy enamorado. Locamente. Y no fue un flechazo, ni un arrebato juvenil y mucho menos un deslumbramiento a primera vista. Mi amor nació de a poco, con el correr de los años y, casi sin quererlo, fui descubriendo las virtudes de la mujer que me robó el corazón. Paciente, sensible, alegre, buena cocinera, sexy, comprometida. ¿Qué más se puede pedir? ¿Que sea tolerante? Sí, claro, pero también lo es, si no cómo sobreviviría a las tareas del hogar, las travesuras de los chicos, la presión del trabajo y, lo peor de todo, las exigencias que el mundo de hoy impone a las mujeres: éxito, belleza, independencia. No hay forma. O quizás sí. Una melodía de los Beatles, seguramente “Octopus’s Garden” de Ringo Starr, la relaje. Otro punto a favor. Porque si no se ama a los Beatles, y ella los ama profundamente, no hay esperanza. Y hay esperanza, pese a que la competencia es feroz. Sus encantos, apenas realzados artificialmente, saltan a la vista. El color de su pelo, la elegancia al vestir, la mirada vivaz no pasan inadvertidos y los pretendientes se multiplican a su alrededor. Pero, yo lo sé, acaso mejor que nadie, que es mujer de un solo hombre. Y eso, aunque no me alienta a seguir adelante, al menos me tranquiliza. Porque para dar pelea, aunque no les guste a los “300” héroes del Rey Leónidas, siempre es mejor que las fuerzas sean parejas. Nada de “yo contra el mundo”, es una estupidez. Y eso que, como es bien sabido, tanto en la guerra como en el amor, todo vale. Hasta gritar el amor a los cuatro vientos. Y yo, quiero que lo sepan, estoy enamorado de Marge Simpson.


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