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 lunes, 16 de julio de 2007  
Sequía y más sequía

Ni el aura de Basile sirvió para cortar la racha de 14 años sin títulos en la selección mayor. Ni siquiera la confianza que generó un equipo que despachó a todos los rivales menos al más importante, en el partido más importante. Argentina no se coronó en la Copa América porque Brasil, sin tantas figuras como el equipo de Basile, le desnudó debilidades hasta allí impensadas y le ganó claramente 3 a 0.

  Como sucedió tres años atrás en Perú, Argentina perdió la final contra suplentes brasileños. Y encima varios de aquellos jugadores fueron los mismos que ayer perdieron peor. Brasil confirmó su hegemonía en el continente en las última década con la conquista de cuatro títulos (Bolivia 1997, Paraguay 1999, Perú 2004 y Venezuela 2007) en cinco ediciones, además del Mundial 2002. Y ayer Abbondanzieri, Ayala, Heinze, Zanetti, Mascherano, Tevez y Lucho González, titulares en la final 2004, no tuvieron revancha.

  Argentina jugó su peor partido en la Copa y lo pagó muy caro frente a un rival que desplegó un planteo inteligente y eficaz. Brasil sorprendió de entrada. Messi equivocó una entrega y Elano metió un pelotazo bárbaro para Julio Baptista, quien como Bergkamp en Francia 98, desairó a Ayala y colocó la pelota en el ángulo superior izquierdo de Abbondanzieri.

  Pese a que Riquelme tuvo el empate a los 9’, en la mejor jugada colectiva argentina (desborde de Messi, centro y pase de cabeza de Verón, zurdazo del 10 en el palo), el golpe sumergió al seleccionado albiceleste en una crisis de nervios. Así, Maicon lo tuvo dos veces, pero Abbondanzieri sacó un remate suyo con manos flojas y Zanetti cruzó justo un centro rasante.

  Los brasileños, aún con poca participación de Robinho, fueron muy superiores y agresivos por los costados, donde Argentina nunca tuvo contención. Y por derecha nació el segundo. Centro de Dani Alves y gol en contra de Ayala con los pies, en una tarde personal para el olvido.

  Fue el telón, aunque faltaba mucho. Argentina comenzó a buscar en la pelota parada lo que no podía por abajo y hasta Mascherano debió irse expulsado. La reacción nunca llegó, ni con los ingresos de Aimar y Lucho González. Y a los 69 minutos, Dani Alves amplió el marcador con un derechazo cruzado, tras recibir un pase al vacío de Wagner Love. Fue el final.

  Argentina, que impactó con sus estrellas y el juego ofensivo hasta las semifinales, se despidió de Venezuela en ruinas con una imagen muy difícil de vincular con lo sucedido hasta la tarde fatídica de Maracaibo. Y las sonrisas de otrora desaparecieron. Una ya peligrosa costumbre.
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