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lunes,
16 de
julio de
2007 |
Un fracaso tan rotundo como la final
Alejandro Cachari / La Capital
Era así nomás. No había forma de que Argentina perdiera la Copa América. Es que el bueno de Basile había armado el equipo para ganarla. Es más, los venezolanos se hicieron argentinos porque fue la única selección que tomó el torneo en serio y llevó a todas sus figuras. Es cierto, Brasil, que apostó al futuro, no llevó nada. O casi nada. Dejó muchas figuras en la casa; o de vacaciones. Al fin y al cabo sólo se quedó con el título y unos cuantos futbolistas con un acopio de minutos internacionales siempre valioso.
Un espanto. Fracaso rotundo de Basile y su ballet. Una ristra de jugadores que deberá entender que lo mejor es despedirse de la selección. Una dirigencia obsoleta que ahora falla hasta en lo que trata de asegurarse. Una apuesta al pasado sin presente ni futuro. Una selección de humo alimentada por la prensa obsecuente.
Para quienes se ataron los rulos antes de darse una ducha, bien vale la aclaración. No hay grises: el fracaso es estrepitoso.
Para los detractores de ciclos anteriores: siempre se puede estar peor.
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