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lunes,
16 de
julio de
2007 |
Una espera interminable
Más de incómodos veinte minutos pasaron los argentinos en la cancha entre el pitazo final y la ceremonia de premiación. La organización los obligó a esperar, algunos imposibilitados de contener el llanto, como Lionel Messi, inmediatamente abrazado y consolado por Basile. En el paso por el podio, los jugadores masticaron el desánimo cuando recibieron las medallas plateadas, las que, como en el caso de Gago, Tevez y Palacio, entre otros, se las sacaron casi inmediatamente del pecho.
El capitán Ayala, que además de la derrota tuvo que lamentar un gol en contra, no tuvo otra que tener que subir al podio para recibir la copa de plata. A la hora del festejo brasileño, los argentinos ya habían cumplido con la formalidad y estaban camino al vestuario.
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