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 domingo, 15 de julio de 2007  
Tendencias. A pesar de la creciente necesidad energética en Argentina, las inversiones en biocombustibles apuntan sobre todo al mercado externo
La bioenergía es más que un proyecto
La demanda crece y el negocio se consolida. Pero la visión del sector no es unánime

Marcos Cicchirillo / La Capital

En una semana en la que crujió con mayor fuerza la matriz energética en Argentina con la llegada de una nueva ola polar, que provocó que el gobierno nacional decidiera cerrar el grifo para la venta de GNC y subsidiar ya no sólo al transporte público sino también a la industria con naftas y gasoil a un peso el litro para seguir “creciendo al límite”, una de las primeras conclusiones que surgió del Foro Global de Bioenergía que se realizó en Rosario echan un poco más de leña al fuego: las fuertes inversiones en plantas de biodiesel que se pondrán en marcha hasta fin de año están destinadas exclusivamente a la exportación y no al mercado interno.

Excepto las apuestas aisladas de productores agropecuarios que buscan garantizarse el combustible para los procesos de siembra y cosecha mediante la construcción de pequeñas plantas para el autoconsumo, el objetivo trazado por el gobierno de que en el 2010 el 5% de la composición de naftas sea de origen vegetal sólo será una realidad tranqueras adentro.

Los especialistas que disertaron a lo largo de tres días en la Bolsa de Comercio de Rosario en el marco del foro frente a más de 1.000 empresarios y profesionales coincidieron en que el mundo, en particular el desarrollado y países como Brasil y China, camina hacia una transformación de la infraestructura energética, ligada a reducir la dependencia del petróleo mediante el desarrollo sustentable de energías alternativas, donde los biocombustibles tendrán un papel preponderante.

En coincidencia con otros disertantes, Ernesto Liborerio, de la Fundación Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (Inai), señaló que el mercado de los biocombustibles se encuentra en una fase de “gestación”, en el que varios países están buscando incidir en la arquitectura de ese negocio y sus regulaciones, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Brasil. Sobre este último, el consultor dijo que ya “sacó ventaja del problema” y busca consolidarse como el exportador más competitivo a nivel planetario. Varios fueron los que recordaron que Brasil en los 70 comenzó a construir las bases para el desarrollo que le permiten hoy ubicarse la línea de vanguardia.



Faltan definiciones

Respecto de Argentina, Liborerio dijo que “tendrá que saber qué papel quiere jugar”, ya que consideró que todavía no tiene una estrategia definida. Es más, agregó que “la nueva ley de biocombustibles no es muy clara por agujeros y ambigüedades que impiden la seguridad jurídica adecuada”.

En torno al potencial de la Argentina, las opiniones están divididas entre quienes consideran que los proyectos en marcha responden a la oportunidad de recuperar rápidamente la inversión (uno o dos años), producto de los beneficios fiscales otorgados por la ley de biocombustible y el diferencial (alrededor 20%) entre las retenciones que hoy pesa sobre la exportación de aceites y la que tienen los biocombustibles, y aquellos que piensan que es una oportunidad para posicionarse con la mira puesta en la demanda mundial a largo plazo.

Los más escépticos creen que muchas de las intenciones de inversión anunciadas y aún no concretadas se deben a la falta de “seguridad jurídica”, ya que consideran que en un probable escenario de agudización de la crisis energética local y de presión sostenida sobre los precios de los comodities debido a la creciente demanda global conduzca al gobierno a elevar las retenciones a los biocombustibles (5%), que desalentaría el principal atractivo actual de este negocio: la exportación y reduciría las potenciales ganancias en “marginales”.

Así lo sintetizó el directivo de una importante consultora en el sector, quien agregó que “nadie va a fabricar biocombustibles si no sabe cuáles serán los precios a los que se podrán vender”.



El arribo de las big four

Sin embargo, la presencia de las 4 principales constructoras de plantas de biocombustible (Desmet Ballestra, Westfalia, Crown Iron Works y Lurgi) a nivel mundial, durante un curso corto sobre las plataformas disponibles que realizó la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (Agasa) en el marco del foro, dejaron en claro el potencial que vislumbran para el desarrollo del negocio en la Argentina y que fue confirmado por sus directivos y por la consultas que recibieron de numerosos interesados en el negocio.

Lincoln Neves, de Westfalia (que ganó el proyecto de Dreyfus en General Lagos), señaló que “Argentina tiene muchas posibilidades para crecer” en la producción de biocombustibles. En sentido, Chris Mitchell, gerente de producto de plantas de biodiesel de DeSmet Ballestra, coincidió en que el desembarco en el país de este grupo de firmas constructoras responde a la “potencial demanda” y reconoció que Brasil ya “despegó” gracias al apoyo del Estado y de Petrobrás.

Respecto a las petroleras en el negocio, el presidente de HyTech Ingeniería (firma local asociada a Desmet), Miguel Wegner, explicó que, en principio, responden más a la necesidad de controlar la calidad y seguridad del biocombustible que después saldrá a la calle con su nombre, que a ganarle la pulseada a la agroindustria por los granos.

Hasta el momento hay en marcha seis plantas de biocombustible en Argentina, la mayoría ubicadas en el complejo agroindustrial de Rosario, las cuales están previstas que estén todas en funcionamiento para fines de año con un nivel de producción de 1,2 millón de metros cúbicos anuales de biodiesel. Una producción que estará destinada íntegramente a operar con el mercado externo.

Al responder por qué Argentina está un paso atrás de Brasil, el científico santafesino del Incape-Conicet, Carlos Querini, dijo que “si al gobierno no lo presiona la realidad, en especial en esta crisis energéticca, no sé dónde se puede encontrar otra presión para buscar fuentes alternativas”.

Neves estimó que, en estos momentos, entre cuatro constructoras se levantan más de 50 plantas de biocombustible en diferentes partes del globo. Europa lidera este proceso, seguido de Estados Unidos y Brasil, pero se estima que China en los próximos años se transformará en un jugador importante (prevé invertir en los próximos años 36.000 millones de dólares).

De lo que nadie dudó en el foro es que en los próximos años la búsqueda de combustibles alternativos al petróleo, en particular los denominados “renovables”, crecerá exponencialmente, pero también la sensibilidad social sobre la relación-tensión entre alimentación, energía y ambiente. Una situación que fue reflejada en las preguntas del público tras cada presentación.

Como dijo Liboreiro: Argentina deberá definir cómo juega mundialmente en materia de biocombustibles. Habrá que agregar en el análisis un escenario interno de escasez energéticas para alimentar el ritmo de crecimiento económico, en parte mitigado con el aumento progresivo de la importación de gasoil y fuel oil, cerrando el grifo del gas varias horas al día.

Los especialistas concidieron en que los precios de las oleaginosas están cada día más influenciados por la cotización del petróleo, dado que un litro de aceite vegetal convertido en biodiesel sustituye un litro de gasoil. También que para satisfacer la ley argentina de integración de biodiesel en un corte de 5% sólo se requiere de un 10% del total que exporta el país. Pero por ahora los inversores sólo miran como tentador el mercado externo, mientras que el gobierno exporta divisas para comprar combustible fósil.
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Se realizó en Rosario el Foro Global de Bioenergía, que congregó a más de mil empresarios y profesionales.

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