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domingo,
15 de
julio de
2007 |
Las nuevas y oscuras plazas que disfrutan los jóvenes del siglo XXI
El ciber Sparta, en Paraguay al 1300, es como una plaza del siglo XXI. En este espacio convergen una joven veinteañera de clase media con chicos de la calle, adolescentes perseguidos por sus padres con el celular y hasta ejecutivos ávidos por consultar el correo electrónico donde sea. Todos se conectan con el mundo a través de una PC que al mismo tiempo los aísla de quienes tienen al lado.
En esta plaza no ladran perros, no conversan las señoras y el silencio se corta con hip hop, mientras la joven chatea a centímetros de los niños que juegan en la compu que no tienen en la casa. Como parte del menú de Sparta, el local cuenta con dos máquinas con Play Station en las que, como suele pasar, casi todos juegan al Winning Eleven.
“Somos de acá”, dicen orgullosos Gonzalo y Joaquín, de 15 años, al preguntárseles por qué juegan el clásico rosarino en lugar de un partido de la Champions League. Junto a ellos, Ayelén, de 13, dice que le gusta mirar el juego pero no le atrae participar.
Espacio de encuentro. Sin embargo, no es el fútbol lo que aglutina a estos chicos en el ciber. “Venimos siempre, acá nos encontramos con nuestros amigos y conocemos a otros”, cuentan y describen su rutina: juegan con la play hasta que les agarra ganas de chatear. “A veces venimos a tomar una coca y nada más”, resumen.
Y si bien los adolescentes siguen poblando las plazas convencionales, esas con calesita, banquitos y bebederos, canchita o rampa para deslizarse con el skate, también tienen otras como Sparta: con todos los periféricos a los cuales necesitan conectarse para vivir este mundo. En fin, cuestiones de gusto.
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