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sábado,
30 de
junio de
2007 |
Títulos truchos y sin control
Salpicadas por distintos tipos de irregularidades, la cotidianeidad de las universidades suele estar atravesada por situaciones y dinámicas, al menos poco claras, que marcan muchos de los debates que se desatan en torno a estas instituciones.
El caso de la Universidad Nacional de Formosa (UNF) de fines de 2005, cuando se destapó la olla de la venta de títulos “truchos” a estudiantes españoles, dejó en claro también que las desprolijidades van de la mano de una falta de control por parte de los organismos estatales. Varias de las acciones emprendidas el año pasado por los Consejos de Planificación Regional de la Educación Superior (Cpres) apuntaron corregir la labilidad de ciertos mecanismos de control y programación en la enseñanza superior.
A fines de 2006, la Sindicatura General de la Nación (Sigen) publicó un informe sobre el estado de situación de las universidades nacionales, donde se marcan innumerables problemas de gestión, inadecuada información sobre los recursos propios que generan las casas de altos estudios y las falencias en el circuito de emisión de títulos. Problemas que marcan también la incidencia de intereses políticos y corporativos.
En el caso de los fondos obtenidos por el propio producido que recaudan las fundaciones y cooperadoras universitarias, el panorama muestra en algunos casos la presencia de un botín sobre el que nadie quiere estar ausente. En la Universidad de Buenos Aires (UBA), por citar un ejemplo, por recursos propios blanqueados ingresan anualmente alrededor de 200 millones de pesos. En muchos casos, con la ausencia de registros contables tanto de su origen como de su destino.
Pero la oferta de títulos de dudoso reconocimiento también están a un click de distancia. Miles de diplomas de licenciaturas, ingenierías y posgrados que no requieren estudio para obtenerlos se dan cita en la web. En sólo 10 días —aunque en otros en menor tiempo— un título universitario, y con supuesta homologación en “más de 100 países”, está al alcance de quien esté dispuesto a pagar unos cuantos miles de dólares por ello. Claro que la responsabilidad recae también en quienes deciden “apurar” el tránsito por la educación superior.
Un negocio que corre el riesgo de profundizarse si, como propone la Organización Mundial del Comercio (OMC), logran incluir a la educación dentro de un paquete de servicios, en el que cada cual puede vender y comprar a su gusto, sin el “molesto” control estatal.
M. L.
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