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 domingo, 24 de junio de 2007  
Chau ilusión: Argentino perdió sobre la hora ante Cambaceres

Elbio Evangeliste / Ovación

Cualquier momento amargo en la vida del ser humano se torna difícil de digerir y está claro que los verdaderos problemas de la vida van más allá de una pelota de fútbol. Ahora, ¿cómo no entender la frustración, la bronca, la amargura, la desazón y vaya a saber cuántas otras cosas más de los jugadores de Argentino? La mesa estaba servida para disfrutar uno de los grandes manjares que otorga el fútbol: un ascenso. Pero de golpe y porrazo todo se vino a pique. Y lo verdaderamente lamentable es que el castillo que se había construido lejos estaba de contar con el respaldo de un puñado de naipes. Las bases eran sólidas y es allí donde se debe hurgar para encontrar las explicaciones ante tamaña frustración. En la final tan deseada apareció el peor final. El de un error defensivo que castigó a un Argentino al que nadie podrá refutarle la idea de que murió de pie.

  Se sabía que la ventaja mínima obtenida en el José Martín Olaeta (2 a 1) no ofrecía demasiadas garantías, pero después del planteo, las ganas, el amor propio y la cuota de fútbol que puso el salaíto la bronca es más que entendible.

  Tal vez no valga la pena hacer demasiado hincapié en la altura que mostró el equipo de Jorge Díaz ante semejante desafío, pero es lo primero a lo que se puede recurrir no para explicar, pero sí para entender el fastidio por la derrota y la convivencia, al menos una temporada más, con la Primera C.

  Porque la defensa estuvo bien parada. Porque de mitad de cancha hacia delante el equipo funcionó no de mil maravillas pero sí como para sellar el ascenso. Porque el amor propio quedó de manifiesto. Porque la apuesta de Díaz fue saludable y aplaudible. Porque este tibio Cambaceres muy pocas veces se mostró superior.

  Pero al fútbol lo hacen precisamente apasionante este tipo de circunstancias, donde unos festejan en la misma magnitud en la que otros se ven obligados a masticar bronca. Lamentablemente esa bronca marchó hacia Rosario. Y más lamentable aún es el hecho de que el tiro de gracia haya llegado a cuatro minutos del final (ya en el descuento). Porque el pleno a ganador que había jugado Argentino lejos estuvo de emparentarse con el terreno especulativo que imponían las circunstancias.

  A 60 segundos de haber comenzado la adición de Azpiolea (5 minutos) llegó la mala salida de Roberts (también hubo una débil cobertura de los defensores). Eso alcanzó para borrar de un plumazo el más que aceptable partido que había hecho Argentino, aunque ello hoy no cuente demasiado. Porque en eso no se fueron 90 minutos dignos, se esfumaron los sueños de todo un grupo al que pareció habérsele quitado la vida. Por más que se trate de fútbol. l
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Bertollo y Reme, en pleno duelo por la pelota.

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