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 domingo, 27 de mayo de 2007  
[Lecturas]
Las armas y los libros

Una biblioteca para leer la Nación, de lelia Area. Beatriz Viterbo, Rosario, 2006, 358 páginas, $ 36.

Dinámica pero fuertemente argumentativa la tesis de Lelia Area, “Una biblioteca para leer la Nación. Lectura de la figura Juan Manuel de Rosas”, parte de una afirmación que hiciera David Viñas en su provocativo libro “Literatura argentina y realidad política” (1964): “La literatura argentina empieza con Rosas...” La escritora nos sorprende con la metáfora de una biblioteca imaginaria fundada en un mito de origen que se constituye como el punto iniciático a partir del cual surgen los relatos que hacen a la memoria de la nación.

El siglo XIX es considerado dentro de la obra como el tiempo en el que la literatura funda el relato de la nación que hace a la memoria de la biblioteca nacional y que gira en torno a una figura central: Juan Manuel de Rosas. Éste aparece como el referente político de una época al mismo tiempo que funda, como bien señala Lelia Area, el canon político literario de un grupo de jóvenes —conocidos como la Generación del 37— que, desde la élite letrada, pretende ser considerado como una alternativa de proyección europeizante.

A lo largo de cinco capítulos, se accede a un recorrido de los textos políticos-literarios de Esteban Echeverría, Juan B. Alberdi, Domingo F. Sarmiento, José Mármol, Juana Manso, entre otros; dado que encuentra en éstos la consolidación de un canon rencoroso y resentido que constituye lo que la autora denominó biblioteca facciosa por su enfrentamiento al pater patrias caracterizado a partir de la imagen de un monstruo. Se trata de una biblioteca cuyos textos sueñan desde el rencor y el resentimiento con las ruinas de ese otro (Rosas) a la vez que diseña, imaginariamente, una nación para la otra cara del país.

Area se propone, y lo hace exitosamente, poner en funcionamiento los paradigmas que diseñan dicho canon resentido y rencoroso a partir del análisis del constructo discursivo que la escritora dio en llamar la novela argentina de Juan Manuel de Rosas, narrada como ficción de la historia y como literatura fundacional. Para ello, concentra sus análisis en la serie Domingo F. Sarmiento-Juana Manso-José Mármol. Elige esta serie ya que la considera como el principal espacio de escritura en oposición a la figura del tirano Rosas, cuya presencia organiza la lectura de la biblioteca como facción; es decir, como la otra cara del poder imperante, de la nación misma. La biblioteca es concebida entonces como la metáfora de la historia nacional, el espacio simbólico donde se inscribe una identidad colectiva a partir de la cual se configura la memoria nacional que no sólo intenta diseñar el espacio de lectura de un tiempo presente, sino que también pretende proyectarse en el porvenir.

La autora de “Una biblioteca para leer la Nación” ofrece una reflexión crítica sobre la literatura argentina del siglo XIX, cuyo eje es la figura de Juan Manuel de Rosas ficcionalizada como cuerpo histórico (pater patrias/ el padre de la nación) y como corpus literario; para, a partir de allí, poder tensionar la conflictiva relación entre historia y literatura. Es por esto que sus argumentaciones ahondan en la consideración histórica y el valor testimonial que la literatura argentina tiene respecto de ese contexto político. Por consiguiente, recae en el canon de la literatura argentina para pensarlo como una construcción discursiva fundada sobre un mito (en) negativo por una generación que se presenta como el antagónico del monstruo. Así, los textos de los autores elegidos permiten percibir los modos de leer que hicieron a la figura imaginaria de Juan Manuel de Rosas y en consecuencia, crearon un modo de leer la escena nacional que contaminó no sólo el imaginario crítico de las últimas décadas sino también el de varias generaciones de estudiosos de la literatura argentina del siglo XIX. De allí que no sólo se trate de un análisis que aporta nuevas perspectivas a los estudios críticos literarios sino también a la historiografía argentina del siglo XIX en adelante, que no podrá dejar de considerar este recorrido de la literatura argentina.

El lector que se encuentre con la escritura de Lelia Area tendrá la sensación de hallarse frente a los lomos de los textos que concentran esa memoria nacional, articulada por un canon de facción que contaminó el imaginario del siglo XIX a partir de un modo de narrar denominado Rosas y que pasó a la historia como un monstruo cuasi mitológico.
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