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 domingo, 27 de mayo de 2007  
[Primera persona]
Cuando el documental late
El director de cine Pino Solanas presenta su última película: “Argentina latente”, un filme sobre las potencialidades ocultas del país

Fernando G. Varea

Pocos directores veteranos del cine argentino expresan coherencia y respeto como Fernando “Pino” Solanas. Las premisas que lo han motivado como guionista y realizador parecen ser las mismas: reivindicar ciertos hechos y personas (no siempre públicas) de la historia latinoamericana, y sentar posición sobre las causas que conducen a situaciones sociales injustas. Basta sólo recorrer su obra para descubrirlo. Y por si quedan dudas ahora estrenó “Argentina latente”, en la que exhibe el rostro de la capacidad tantas veces escondida de creadores y científicos locales.

En el comienzo, la movilizadora aleación de materiales de “La hora de los hornos” (1966/68) y “Los hijos de Fierro” (1972/75), obras gestadas por el Grupo Cine Liberación (que conformó con Octavio Getino, Gerardo Vallejo y Edgardo Pallero), donde disconformidad y militancia política buscaban expresiones cinematográficas afines. Luego, “El exilio de Gardel” (1985), “Sur” (1987/88), “El viaje” (1990/92) y “La nube” (1997/98), historias de ficción revestidas de dispares atractivos dramáticos, visuales y musicales. Para seguir con los documentales “Memoria del saqueo” (2004) y “La dignidad de los nadies” (2005), como para no olvidar la eterna crisis de este país.

Su última película, “Argentina latente”, sigue la línea de sus últimos trabajos, procurando un repaso de las capacidades creativas y científicas semiocultas en la sociedad argentina. En este filme recorre la Fábrica Nacional de Aviones de Córdoba, el Instituto Balseiro, astilleros, centros industriales, universidades y laboratorios. Bajo los cánones del documental, Solanas propone una narración esencialmente informativa, pero a la vez persuasiva y desmitificadora de los problemas que muchos creen que son la clave de la inercia de este país.

En diálogo con Señales, Solanas habló de su película y, claro, de Argentina.

—¿Cómo se integra “Argentina latente” a “Memorias del saqueo” y “La dignidad de los nadies”?

—Tienen muchos puntos en común, la misma técnica, el mismo lenguaje cinematográfico. Yo encaro este cine intentando llegar al equivalente de un ensayo de investigación, sociológico, histórico y político. Esos ensayos, para que le interesen a la gente, tienen que tener la virtud de descubrir. De dar a conocer zonas del país, y, en este caso, de la ciencia, la técnica y la creación, que el argentino común y las nuevas generaciones no conocen. De descubrir eso con emoción. Y al mismo tiempo hay que escribir bien: uno puede leer un ensayo y si está bien escrito es un placer.

—¿No puede ser considerado también un filme de tesis?

—Bueno, todas mis películas son de tesis. Tan tesis como lo es cada artículo que un periodista escribe y firma en un diario. Estas notas se llaman de opinión, y mis películas son de opinión, por supuesto. Es una farsa lo del documental presuntamente objetivo. De todas las cosas que yo muestro en “Argentina latente” podría hablar varias horas, tengo toda la información y la documentación, que a veces se resume en una simple frase.

—La película pone en evidencia cómo ciertos ideales, la búsqueda de justicia y los actos de resistencia, se repiten a través de distintos momentos históricos, como la solidaridad de los hijos de desaparecidos con los trabajadores en la actualidad.

—Sí, lindo ejemplo. América latina tiene una riqueza extraordinaria en su cultura social, y esas experiencias, esos desgarros y esas heridas dejan una cultura, una sabiduría.

—Incluso en la lista de nombres del final aparecen algunos personajes que ya habían sido nombrados en “La hora de los hornos”.

—Claro, Sandino, Perón, el Che y muchísimos más: uno tendría que hablar de Hidalgo, de O'Higgins, de Torrijos, de Vargas y de tantos otros que aportaron. Es una mirada abierta y generosa al conjunto de las distintas postas, que eso son.

—¿Cómo logra que una película que vuelca tanta información tenga también momentos de emoción, como los que presenta, sobre todo al comienzo?

—Uno no es que va por la calle y agarra a uno y lo filma, hay una investigación. Uno detecta a los personajes, después de decenas de otros que no están, y sabe llegar a ellos para que se sinceren y para que emocionalmente confiesen. Diría que es parte del oficio.

—El filme también da voz e imagen a trabajadores, a gente generalmente anónima.

—Por ejemplo, científicos anónimos. Fijate vos que a Conrado Varotto, uno de los más prominentes físicos que tiene este país, que estuvo al frente de las operaciones más difíciles en ciencia, que dirigió el equipo de enriquecimiento de uranio, que creó el Invap y la Conae, no lo conoce nadie. Ningún periodista lo conoce, y la película logró la exclusividad de esta larga entrevista. Eso no sería nada si la entrevista no descubriera un personaje de una gran generosidad. Este científico dice: “Lo mejor que tiene este país son los pibes, su creatividad”. Y señala algo extraordinario: que no es necesario tener un país totalmente estructurado para hacer grandes cosas. Se necesita la materia prima, y la materia prima son los chicos, por eso —dice él que es "gravísimo" y yo diría que es un crimen contra la Nación— cortarles el acceso a los jóvenes es como decirles a las mujeres que no deben parir por veinte años.

—Tanto en sus documentales como en sus películas de ficción hay reiterados travellings sobre grandes salones, galpones, galerías.

—Es parte de mi lenguaje. A través de cuarenta largos años de cine, casi cincuenta, uno va buscando su lenguaje. Y el lenguaje del cine es visual. Yo filmo con grandes angulares buscando la profundidad de campo, la fuga, la acción en el plano posterior, la cámara en movimiento que sigue y habla con los personajes en movimiento, los grandes escenarios. A mí me gusta el cine, y creo que estos documentales son películas, son documentales cinematográficos, no televisivos. Por eso, toda la película es un viaje, descubriendo las potencialidades creativas y científicas de la Argentina.

—“Argentina latente” formó parte de la programación de la última edición del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici). ¿Qué es para usted el cine independiente?

—El cine que no tiene compromisos, que tiene una producción independiente. Yo he sido un independiente, en algunos momentos, un marginal. Y estuve en el Bafici por pedido de su director, Fernando Martín Peña, él insistió en que quería pasarla.
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Definición. "Lo del documental presuntamente objetivo es una farsa", advierte Solanas.


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