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 domingo, 27 de mayo de 2007  
[Arte]
Un mundo redescubierto
La artista rosarina Claudia del Río llevó el taller del club del dibujo a una comunidad campesina de Bolivia. Diario de una experiencia poco convencional

Osvaldo Aguirre / La Capital

Dibujar produce y desarrolla vínculos entre las personas. No es necesario ser virtuoso ni disponer de tecnología para sostener su práctica. Es un medio disponible aquí y ahora. Y un sismógrafo de las emociones de quien lo ejecuta. Estos principios del Club del Dibujo surgen de una experiencia concreta, que sus integrantes desarrollan desde hace cinco años en distintos puntos del país y del extranjero. Es que cualquier ocasión puede ser buena para ponerse a dibujar. Una reunión en casa de un artista amigo, por ejemplo. O la intervención en un evento público. O una excursión a la selva boliviana.

La artista rosarina Claudia del Río fue justamente la responsable de llevar el Club del Dibujo a Bella Vista, una comunidad campesina de 3 mil habitantes ubicada en una reserva ecológica en la región de Beni, en el norte de Bolivia. La propuesta para viajar hasta ese lugar fue una derivación inesperada de una muestra que presentaba en Santa Cruz de la Sierra. “Como estaba inundado hubo que ir desde Santa Cruz hasta la ciudad de Trinidad en avión y después tomar una avioneta que me depositó ahí a mí solita”, cuenta.

En Bella Vista estaba todo listo para el taller del Club del Dibujo. La escuela local había abierto la inscripción para toda la comunidad. “Había muchísimos anotados, quizá demasiados para el tiempo que yo iba a estar. Trabajé nueve días con ellos. Yo tenía distintos grupos, con niños y adolescentes y con jóvenes y adultos, pero como es un lugar donde se conocen todos igual venía la gente a dibujar, así que era dibujar todo el día”, dice Del Río.

—¿Qué planteabas como objeto de trabajo?

—Partimos de lo que conocían de la naturaleza, que es muchísimo: ellos tienen una relación muy íntima, contundente, con el ambiente. El planteo era trabajar desde esos lugares conocidos, pero nos pusimos a ver las texturas de esas superficies y entonces comenzó a aparecer un mundo un poco más abstracto. El dibujo seguía siendo concreto, pero al tener conciencia de que hay estructuras, texturas y formas geométricas empieza a constituirse un lenguaje. Trabajamos con la geometría para observar la naturaleza y volverla a dibujar. Ver que el arco iris, por ejemplo, es en realidad un círculo cromático y cómo de ese círculo se inventan colores, de acuerdo con la propia experiencia. A pesar de que era un taller de dibujo usamos bastante la pintura.

—¿Tenían una experiencia artística previa?

—Escolar. También tomaron el curso profesores de dibujo. En ellos es muy puro el sentimiento hacia el arte. Habíamos dicho que cada encuentro duraba dos horas y media, pero todos nos olvidábamos. Desde mi lugar, era un encuentro tan potente y genuino que podía poner horas en eso.

—¿Qué particularidades señalarías del taller y del lugar en que se realizó?

—Una fue descubrir que no había conciencia de horizonte. Claro, porque en la selva nunca ves horizonte, ves más que nada un cielo. Un día llevé la palabra “horizonte” a la charla, y no se podía describir, ninguno había tenido experiencia de horizonte. Otra cosa muy particular es la luz, que es la luz del trópico, entonces todo está encendido.

—¿Por qué te parecía “potente” la experiencia de ese taller?

—Bueno, en Rosario yo trabajo en una escuela de arte de la Universidad y la idea de la genealogía, de mirar arte y de estar en una tradición de la historia del arte forma parte de un método. Lo que me pasó en Bella Vista fue parecido a lo que me pasa cuando voy a un psiquiátrico a trabajar en un taller de pintura o dibujo. Quiero decir que la gente que no está con una formación de lecturas y con una práctica de ver obra tiene sus recursos muy directos, genuinos, que le vienen de sí mismos.

colecciones secretas

Claudia Del Río, Mario Gemín y América Sánchez integran el núcleo básico del Club del Dibujo. Las actividades comenzaron en 2002. “Queríamos difundir la práctica del dibujo —recuerda Del Río—, sostenerla como una práctica única. Hay sucesos dentro del arte que sólo se dan en el dibujo. Nuestros objetivos son promover dibujantes, y dedicarnos a una colección, que es la que seguimos armando, que está haciéndose y no se muestra”.

Las colecciones del Club están en producción permanente, en doble sentido: porque se forman a medida que cierto número de dibujantes decide reunirse y no reúnen obras previamente elaboradas sino los trabajos que se generan en los mismos encuentros.

Las reuniones se realizan en domicilios particulares. “Siempre hay alguien que invita a un dibujante que no participó del grupo. Así el Club se renueva y vemos dibujos de otros. Después de trabajar se produce el intercambio de dibujos. Esa es la mejor parte. La otra vez fue en el patio de mi casa y cada uno ponía sus dibujos en el pasto como si fuera un quiosco. Insistimos en decir que «si no te gusta el dibujo que te ofrecen no lo cambies». Eso es el inicio de una colección, porque cada vez te llevás cinco dibujos distintos”.

El Club también ha hecho talleres de dibujo en escuelas y una gira por la provincia de Santa Cruz. Del Río resume su pedagogía: “Trabajo mucho con la geometría, con la idea de que es una estructura que tranquiliza. Entonces uno puede ir viendo qué pasa con el dibujo”.

Por ese camino se llega a otro punto de partida. “Un supuesto que yo tengo es que el dibujo está antes que el pensamiento. Lo que hace esta práctica es encontrar el pensamiento. Cuando uno empieza a dibujar descubre cosas que no sabía que estaba pensando, o un sistema de creencias. Eso en lo individual. Además la gente cuenta cosas de cuando era chica y dibujaba, recuerda cómo dibujaba y cuáles eran sus persistentes dibujos”.

Hay un secreto: la simpleza de los recursos. “Puede ser sofisticado en el pensamiento o en la tecnología pero en realidad todos podemos empezar a dibujar con un lápiz y un papel. Eso para mí, todavía hoy, es muy impresionante”, dice Del Río.


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Nuevas promociones. Algunos de los chicos que participaron en el taller del Club del Dibujo en Bella Vista, y sus trabajos.

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