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 domingo, 27 de mayo de 2007  
Argentino venció Barracas Bolívar y definirá el Reducido

Elbio Evangeliste / Ovación

Final a la vista. Y todo gracias a la paciencia en una tarde que asomaba complicada. A la concentración de unos eternos 120 minutos. A la sabiduría futbolística esgrimida ante un rival duro, de los más complejos de la categoría. A la fortaleza mental tras el gol del empate (1’ del segundo tiempo). Pero sobre todo, al coraje de privilegiar la búsqueda por sobre la especulación. Por todo ello, y tal vez por algunos atributos más (cómo obviar la soberbia actuación del arquero Denis Roberts), Argentino se ganó un lugar en la definición de Reducido tras el sufrido 2 a 1 sobre Barracas Bolívar.

  A esta altura cuesta hablar de lo que pasó sin hacer referencia a lo que viene. El envión emocional hace que las miradas apunten más a lo que serán los partidos ante Barracas Central o Lamadrid (ver aparte) que lo hecho ante Colegiales y Barracas Bolívar. Pero valdrá la memoria y el ejercicio de repetición.

  La de ayer fue una clara muestra que se tiene en claro por lo que se está jugando. En un partido en el que se sabía que los espacios no iban a sobrar, Argentino se manejó con absoluto criterio. Y lo que es más importante: nunca claudicó en el intento de cargar con el protagonismo. Cuando no pudo ser el actor principal fue porque Barracas Bolívar le robó el libreto.

 
Camino al triunfo
Pero antes que eso sucediera, el salaíto contó con la chance del penal que Raggio convirtió (25’) luego de que Manavella se llevara puesto a Villegas. Y estaba bien. Es que después de eso la visita comenzó a mostrar parte de su potencial. ¿Qué pasó de allí en más? Fue un golpe por golpe (siempre en un partido demasiado trabado) en el que la diferencia la marcó Roberts.

La única que el arquero salaíto no pudo detener (no tuvo responsabilidad) fue el cabezazo de Almada Flores. Después, fue imán (llegó a sacar tres en la misma jugada). Pero no todo ocurrió en el área de Argentino. En frente también hubo acción, con Müller como protagonista.

Sin perder la calma, Argentino se aferró al sacrificio (Godoy y Bertollo no tuvieron un desequilibrio constante y Módica erró mucho más de lo que acertó). Y con el correr de los minutos eso le valió para sentirse más que el rival.

El alargue le imprimió más nerviosismo a la tarde. Pero las pretensiones salaítas pudieron más. Con la clara intención de no querer arribar al sufrimiento de los penales, el albo fue por todo.

El premio lo encontró en el primer minuto del segundo tiempo suplementario. La guapeada de Müller y el oportunismo de Bertollo pusieron la casa en orden. Sólo allí, el aguantar como se pueda tomó el protagonismo que las circunstancias imponían para llegar a un final feliz. Para codearse con la felicidad de haber llegado a la final. l
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