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 domingo, 27 de mayo de 2007  
El desafío de la distribución

Por Julio Villalonga / La Capital
En un año electoral, el “caso Skanska” parece que va en camino de convertirse en un contratiempo importante para la Administración Kirchner. Los conflictos sociales como la huelga de los docentes santacruceños y las concesiones de algunos transportes públicos, son también problemas que se mantienen y amenazan con dar nuevos dolores de cabeza al Gobierno.

Para el primer problema, la estrategia oficial ha sido la de aplicar un torniquete para que la herida deje de sangrar. Las salidas de tres funcionarios a los que rozan las sospechas es novedosa en el escenario local y busca oxigenar la imagen del Gobierno. El tiempo y el avance o no de las investigaciones en curso dirán si es suficiente. Para el segundo paquete las políticas difieren porque se desarrollan en lugares y contextos bien distintos, pero Kirchner no tardó en quitarle las concesiones al Grupo Metropolitano, del audaz empresario Sergio Taselli. Y en el caso de Santa Cruz trató de desactivar la bomba social con un gobernador más capaz y más dispuesto al diálogo.

Desafío político. Sin embargo, el verdadero desafío que enfrenta Kirchner no es de carácter económico o social sino puramente político. ¿Por qué? Porque la puja distributiva provocada por la bonanza económica está convirtiéndose en un asunto de primer orden que fuerza de manera permanente diversas y difíciles definiciones políticas de la administración central. Se trata de definir qué hacer con los excedentes, hacia qué sector o grupo social derivarlos y en base a qué diseño de país hacerlo.

La distribución. Es más que probable que el kirchnerismo gane las elecciones de octubre. Si en ese momento todos los problemas y conflictos apuntados siguen allí, puede que Kirchner no tenga salida y se vea obligado a ser el candidato con el fin de garantizar el triunfo. De cualquier modo, lo que realmente importa es cómo define el Presidente la nueva matriz de distribución del ingreso. Y de esa definición surgirán con meridiana claridad los ganadores y los perdedores de este esbozo de modelo económico que, hasta hoy, está a mitad de camino entre uno conservador y otro neokeynesiano.

Taselli y Techint. Está claro que Taselli no es un modelo de burgués nacional, pero fue Kirchner quien le entregó las concesiones que luego debió quitarle. Tampoco el Grupo Techint es un grupo que define sus negocios pensando más que nada en sus trabajadores argentinos. Es un consorcio multinacional con negocios en todo el mundo y con sedes importantes en Italia, México y Argentina. Encima, su manera de operar en la obra pública –y en la política local– la instaló en el ojo del huracán hace tiempo.

En suma, no basta con decir que este es un gobierno que busca beneficiar a los más desposeídos y a las Pymes nacionales. A la hora de repartir recursos y oportunidades, debe ser consecuente con ese discurso y no, como hoy, que los que menos tienen van detrás de la inflación y no recuperan puntos en la torta, y las empresas que más trabajo dan no consiguen un crédito en un banco por más que le recen a San Cayetano. Si la distancia entre la palabra y la acción es muy grande, lo más probable es que se abran grietas muy difíciles de rellenar.


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