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 domingo, 13 de mayo de 2007  
El Caribe colombiano, un Paraíso en la Tierra

Carlos Colombo / La Capital

En medio del mar Caribe hay tres islas que pertenecen a Colombia: San Andrés, Providencia y Santa Catalina, junto con sus cayos, están mucho más cerca de Centroamérica que de la costa colombiana. Allí el tiempo parece mucho más lento que en el continente, el mar puede mostrar variados tonos, de hecho lo llaman “el mar de los siete colores”, que van del azul intenso a un turquesa increíble. Su transparencia nos permite ver el fondo y disfrutar de las cambiantes tonalidades de sus peces y sus corales.

La historia de estas islas cuenta que fueron descubiertas en el cuarto viaje de Cristóbal Colón y que desde 1527 fueron parte de la corona española, que posteriormente en el año 1629 llegaron los primeros habitantes que fueron puritanos ingleses y escoceses que huían de la persecución religiosa de Inglaterra, que allí asentó sus reales el pirata Henry Morgan, nombrado sir y gobernador de las islas por la Corona Británica, que fue el terror de esos mares asaltando los barcos españoles que regresaban a la península ibérica con sus bodegas llenas de oro que rápidamente engrosaron las arcas de Gran Bretaña.

En 1818 el francés Luís Aury, al servicio de Simón Bolívar, recupera este archipiélago y pasa a integrar parte de La Gran Colombia, aunque algunos no dudan en señalar que en realidad la idea era que formaran parte de Las Provincias Unidas del Río de La Plata.

Descendientes de esclavos

La población isleña (raizal) está conformada fundamentalmente por descendientes de los esclavos jamaiquinos que llegaron cuando en 1851 Colombia abolió la esclavitud en busca de una tierra de libertad. Si bien el idioma oficial es el español, todos los nativos hablan el creol, un dialecto que surge del inglés pero que es inexpugnable para los visitantes.

Las arenas blancas, la calidez del mar, el sol del Caribe, su temperatura media de 28º y la brisa que sopla del este convirtieron a este grupo de pequeñas islas en un verdadero paraíso.

La barrera de coral de 35 kilómetros (la segunda en longitud de América y tercera del mundo) hacen que las aguas que bañan sus exóticas costas tengan olas muy pequeñas y el mar sea extremadamente calmo.

Además, el excelente trabajo de conservación realizado por las autoridades permiten disfrutar de un escenario prácticamente incontaminado, eso significó que Naciones Unidas las haya catalogado como Reserva Mundial de la Biosfera.

Otra de las virtudes de este edén enclavado en pleno Caribe es su seguridad y la excelente oferta hotelera que no compite con la belleza del lugar.

San Andrés

San Andrés es la isla principal, con 27 kilómetros cuadrados y setenta mil habitantes, tiene un centro con importantes construcciones y comercios, y una peatonal donde se encuentran las mejores ofertas disfrutando de las palmeras que bordean la playa y el mar.

Hay una buena capacidad de alojamiento, donde se destaca la cadena Decameron, con cinco hoteles con diferentes características: San Luis, El Isleño, Aquárium, Marazul, Mary Land y Delfines, este último un hotel boutique cuya gerenta, para sorpresas de los argentinos, es Paulina, una salteña que cambió los aires de Cafayate por el sol y la brisa del Caribe, y que siempre está dispuesta para solucionar cualquier problema que pueda surgir o aconsejar donde ir.

Esta cadena internacional de hoteles tiene la característica del servicio all inclusiv (todo incluido), es decir que el turista no tiene que gastar absolutamente nada más dentro del hotel, comidas, bebidas, tragos, cigarrillos, show y discotecas formar parte del paquete.

Párrafo aparte merece el hotel El Isleño, sobre la peatonal y frente al mar, que fue el primero de la isla y se mantiene en perfecto estado conservando un aire de los años 40 con sus amplios salones, señoriales escaleras, sillones de caña y ventiladores de techo, en sus balcones podrá tomar una copa cuando cae la tarde o cenar a la luz de las velas bañado por la luna mientras lo arrulla el sonido del Caribe.

La coctelería es una de las especialidades de la isla, los tragos preparados dentro del tradicional coco (la mayoría con el mejor ron del Caribe) son un elixir y una tentación de la cual es difícil sustraerse, igual hay que ser prudente ya que al no tener que pagar nada uno puede terminar en un estado lamentable.

Desde el año 1953 las islas gozan de un régimen comercial especial al haber sido designadas como puerto libre, eso se ve principalmente en los almacenes (comercios) de San Andrés donde se pueden conseguir todo tipo de productos: bebidas, electrónica, ropa, artesanías, joyas (Colombia es el principal productor de esmeraldas), a precios sumamente accesibles —inclusive para los bolsillos argentinos— ya que toda la mercadería ingresa libre de impuestos.

Inmigrantes

Esta decisión también significó la última oleada de inmigrantes que llegaron al archipiélago, conformada por la comunidad sirio-libanesa que manejan prácticamente todo el comercio en las islas.

Es común ver en las playas junto a las esculturales mujeres de ébano que viven en la isla a otras totalmente vestidas con chador incluido. A pesar de los años transcurridos, la colonia árabe es la única que no está integrada al resto de los habitantes que mezcla raizales con colombianos del continente.

El carácter alegre y vivaz de los isleños es otro atractivo en sí mismo. La risa a flor de labios y la amabilidad con los turistas lo harán sentir como si fuera uno más, se podrá sorprender de lo mucho que saben de nuestro país, el fútbol, el tango, las carnes y el vino serán tema de conversación común.

El servicio de taxis es muy confiable y si usted prefiere por unos pocos dólares puede alquilar una moto o los carritos del golf para disfrutar de las diferentes playas de la isla sin depender del transporte de los hoteles y los clásicos colectivos abiertos.

Uno de los lugares que no se puede dejar de visitar es la llamada Cueva de Morgan donde, según cuenta la leyenda, el célebre pirata guardaba sus tesoros. Se trata de uno de los sitios más ricos en caliza, el agua fue disolviendo la roca formando huecos que fueron generando cavidades subterráneas con estalactitas y estalagmitas.

   Además se puede disfrutar de un pequeño e interesante museo donde se puede regresar a la época de los corsarios que vivían en la isla. En San Andrés los sitios de interés están básicamente divididos en cinco sectores: el denominado “North End, se encuentran la mayoría de las oficinas del gobierno y del sector privado, almacenes y hoteles.

   En el medio de la isla está la pintoresca “Loma”, que mide 110 metros, el barrio donde residen la mayoría de los raizales y que usted podrá recorrer tanto de día como de noche sin ningún inconveniente, eso sí, no se sorprenda cuando desde la puerta de cualquier casa lo saluden o lo inviten a compartir una cerveza, sea cortés, responda y aproveche para conversar y conocer lo más interesante de este paraíso en el Caribe: su gente.

   Al lado oeste de San Andrés se halla el sector del “Cove”, con sus bellas ensenadas y el nuevo muelle para recibir los fastuosos cruceros que surcan el Caribe. En tanto, por el otro lado, el este, se asoma una gran laguna coralina con las principales playas y el tradicional sector de San Luís.

   Por último, a 3,5 kilómetros mar adentro podrá disfrutar de los exóticos cayos: Johnny Cay y El Acuario. En el primero disfrutará de playas increíbles mirando la costa de San Andrés, en el segundo podrá compartir el mar con los peces que viven en ese lugar, no se asuste si se encentra rodeado por cientos de rayas, barracudas y otras especies, alquile un snorkel y nade junto a ellos, la experiencia será fabulosa y hasta se puede comprar una cámara descartable para fotografiarse y sentirse un poco Jacques Cousteau.

Providencia

Mientras San Andrés es una isla coralina, Providencia y Santa Catalina son islas volcánicas, de allí que sus playas tengan esa característica arena con tonos oscuros. La población de Providencia es de apenas 4.000 habitantes y la de Santa Catalina no llega a las 500 personas, allí la calidez y amabilidad se siente mucho más. Y pueden definirse como el último tesoro virgen del Caribe.

   Desde Providencia se accede a Santa Catalina a través de un puente flotante llamado “de los enamorados” y la arquitectura de ambas islas está sumamente cuidada, tanto que no se permiten construcciones importantes y toda la infraestructura hotelera refleja las características de las casas de la isla, esto es cabañas en madera, con pequeños balcones y hamacas paraguayas.

   Allí también la cadena Decameron ofrece sus servicios de hotelería sin romper la fisonomía típica de esa arquitectura, se podrá optar por Miss Elma, la Posada del Mar, Agua Dulce, Miss Mary o Relax. Una de las excursiones que no se pueden dejar de hacer es recorrer ambas islas por mar y disfrutar sus cayos cercanos, allí podrá nadar, rodeado de peces, corales y tener las mejores vistas del mar y las islas.

   Además, estas excursiones lo llevan por mar a las diferentes playas, entre ellas la más bonita que es Bahía Manzanillo, allí también podrá conocer el personaje más interesante de Providencia (u Old Providence, como la llamaron los ingleses), Rolando Bryan, que es el dueño de Roland Bar, con sus imperdibles tragos y su inolvidable langosta grillada. Es más seguramente querrá regresar por la noche donde la magia y el amor se mezclan con las palmeras, el mar, las luces tenues y el reggae. Eso sí no olvide llevar malla, un baño nocturno es de lo más reparador y luego siéntese en la arena frente al fuego a tomar algo y disfrutar del paraíso en la tierra.
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El mar de los isete colores, donde los pescadores buscan su sustento, se corta con el verde intenso de las islas caribeñas.

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