|
domingo,
13 de
mayo de
2007 |
Una nueva era para los fierros de la alimentación
La mayor demanda anima al sector a invertir. El impacto de la inflación mayorista
Sandra Cicaré / La Capital
La industria proveedora de insumos y equipos para el sector de la alimentación pegó el salto de la mano del cambio de rumbo en la política económica de la Argentina, donde el sector manufacturero empezó a ser el protagonista de la historia, pero tras varios años de bonanza que le permitieron sostener y consolidar el rumbo de sus empresas ahora se enfrenta a la primera y más seria “crisis del crecimiento”, como gustan denominar los hombres de negocios. Una realidad problemática en lo inmediato pero que, por otra parte, abre la posibilidad de pegar un nuevo salto en materia de competitividad.
Envalentonados por el aumento creciente de la demanda —impulsada por el mayor poder adquisitivo de la población— el sector industrial concentrado esencialmente en las ramas metalmecánica, del plástico y la madera, analizan nuevos procesos de inversión en bienes de capital y ampliación de capacidad instalada para atender esa coyuntura que se consolida, pero al mismo tiempo se enfrentan a los límites que imponen por un lado el aumento de los costos de sus insumos y por otro la falta de mano de obra calificada.
Los empresarios que dieron el sí en Fiar 2007 fueron una clara expresión de este fenómeno. En su mayoría medianas y algunas grandes empresas fabricantes de equipos, procesos, tecnología, insumos y servicios para la industria de la alimentación, llegaron a una feria de estas características con buena espalda y cosechando casi un lustro de balances positivos. En su mayoría, conforman un tejido de pymes que logró sortear la crisis de 2001 y los efectos nocivos del uno a uno, con un tipo de cambio competitivo que les permitió posicionarse en el exterior.
Un mercado activo
De cara al mercado interno el espaldarazo llegó de la mano de la recomposición del poder adquisitivo que impulsó la demanda de bienes por parte del consumidor directo y por el proceso de renovación de equipos que encaró la industria de consumo masivo de las que son proveedores.
“El consumo crece muchísimo por la disponibilidad de efectivo a raíz de la política oficial del gobierno, eso reduce la capacidad instalada y por ende, es necesario un nuevo proceso de inversiones”, graficó Rubén Aguerópolis, gerente general de frigorífico Paladini, una empresa que está transitando ese terreno a través de la instalación de nuevos centros de distribución en el país y a nivel industrial incrementando la capacidad de faena de su planta industrial de cerdos.
De todos modos, el empresario mostró bastante escepticismo sobre la posibilidad de que esta situación se consolide en la medida que el gobierno siga interviniendo en la economía.
“Considero errónea la política oficial de intervenir en el mercado, creo en la libre juego de la oferta y la demanda y por eso no sé si se mantendrá este proceso de disponibilidad de circulante y por ende de mayor consumo”, expresó el directivo. Ante ese escenario “hay que mirar con más atención el proceso de inversiones”, recalcó.
“Pese a las subas la demanda está creciendo”, expresó un representante del departamento comercial de la firma Gemplast, proveedor de envases plásticos para industrias de todos los rubros, quien reconoció que en la estructura de costos de las industrias el aumento creciente de los insumos impide mantener el mismo nivel de precios de hace un par de años. Para poner un ejemplo “nuestro proveedor de plástico que es Petroquímica Cuyo (por caso la segunda productora argentina de polipropileno, el insumo básico para la fabricación del plástico) subió de 0,85 dólar a 1,4 dólar el kilo de polipropileno”, expresó el representante de Gemplast quien aclaró que sus proveedores son grandes jugadores formadores de precios.
El mismo ejemplo fue el que expresó uno de los titulares de la firma rosarina America Inca, fabricante de equipamientos de cocina de acero inoxidable. El ejecutivo señaló que el costo del acero se duplicó en los últimos tiempos dejando así poco margen de acción en materia de precios para el industrial. “No somos comerciantes, somos industriales y por tanto cuando un costo varía debemos asumirlo, no podemos llamar y decir que cambió el catálogo”, graficó el empresario.
La misma realidad que manifestó una de las titulares de la firma Marani, fabricante local de picadoras de carne, sierras y cocinas, quien explicó que “el costo del acero es en dólares y por tanto no lo podemos manejar”, con lo cual se hace casi insalvable la necesidad de trasladar este incremento al precio final. “Nosotros siempre tratamos de innovar y no queremos bajar la calidad del producto, de modo que se cobra lo que vale”, explicó la empresaria.
Idéntica situación es la que expresó el titular de la firma Frider, que elabora equipamiento de frío para la industria alimenticia. “Los costos de insumos y los fijos están creciendo y eso complica el escenario”, dijo el empresario quien reconoció que eso obliga a repactar negocios.
De todos modos, todos los empresarios coinciden en que cuando se trata de operaciones de comercio exterior, un terreno que la mayoría transita, la situación es más complicada. “Cuando se pacta un precio y se realiza un acuerdo, hay que absorber cualquier incremento del costo”, dijeron.
Inflación vs. rentabilidad
En rigor, en medio de un proceso inflacionario tanto de los precios minoristas como mayoristas, la disyuntiva se plantea en términos de ingresos y rentabilidad. “Frente a la política de acuerdo de precios se presenta un escenario de recorte de márgenes de rentabilidad, que si bien es compensada por el aumento del consumo no se puede sostener en el tiempo”, dijo Aguerópolis. “Esto queda demostrado en el aumento constante de precios. Muchos empresarios pegan el salto y esto demuestra que ya no es eficiente el control de precios”, agregó.
La situación es más crítica para las compañías que abastecen al mercado interno que para aquellas cuya balanza comercial tiene buen condimento externo. Para las segundas —entre las que se encuentran esencialmente los fabricantes de equipos e insumos para la producción— la compensación viene por el lado del tipo de cambio.
”La diferencia cambiaria compensa la inflación mayorista”, sintetizó Carlos Rivero, titular de la firma Fornax, fabricante de equipos para gastronomía.
El mismo argumento utilizó la titular de la empresa Inalpa, Maira Boglich. La directiva de la empresa de Pavón Arriba que fabrica alimentos en conserva señaló que “el tipo de cambio compensa el aumento de costos y permite no modificar la rentabilidad”. Atribuye esta situación a la conjunción de dos fenómenos, por un lado el proceso de internacionalización de las empresas —Inalpa exporta el 25% de su producción— y al crecimiento de la demanda interna y las condiciones económicas que “nos permiten ser más competitivos”, dijo Boglich.
Cierre de la exportación
En el terreno de la rentabilidad, como dice la canción “cada cual atiende su juego”, sin embargo, en una coyuntura donde el gobierno obliga a las empresas a sentarse a discutir precios todo el tiempo, están muchos más expuestas las compañías productoras de alimentos (frigoríficos, panificados, envasados y demás) cuyos productos pasan directamente al consumidor e inciden en la canasta básica a la hora de retocar precios, que las industrias proveedoras de las primeras como los fabricantes de equipos que reciben insumos con precios casi “cartelizados” y trasladan el impacto para no recortar la producción.
Aún así, cada compañía y cada rubro contruye su propia estrategia en ese sentido. En el caso de la compañía con sede en Carcarañá, Tecnofrig, que fabrica máquinas y elementos para la industria frigorífica, el giro que tomó la política oficial en materia de precios provocó un reordenamiento de las estrategias comerciales. Osvaldo Mosich, del departamento de comercialización de la firma explicó que contra todos los pronósticos “el cierre de los mercados externos para las carnes acentuó el proceso de internacionalización de la empresa”. Sucede que “los grandes compradores del sector, los frigoríficos grandes y exportadores de Cuota Hilton, frenaron el proceso de inversiones ante este escenario, lo cual nos llevó a buscar nuevos nichos en el exterior, fundamentalmente en Uruguay y ahora Venezuela”, indicó.
Pero al mismo tiempo que los grandes ponían el freno en los desembolsos, “se produjo una reconversión de los frigoríficos consumeros que comenzaron a equiparse para atender la mayor demanda interna”, dijo Mosich, un nicho que la empresa también empezó a atender.
Según explicó el representante de la firma Rapi Vac, con sede en Olivos (Buenos Aires) y fabricantes de envasadoras de vacío que cuenta entre sus clientes a empresas como Paladini o La Serenísima, “el cierre de las exportaciones cárnicas afectó a muchos frigoríficos —especialmente los más chicos— que muchas veces en lugar de comprar equipos nuevos nos piden que refaccionemos sus máquinas”, indicó. Aunque reconoció que la demanda sigue en uno de sus puntos más altos.
Los números oficiales trazan el mejor mapa del sector. Con los límites que impone un crecimiento vertiginoso pero alentados por una demanda que no desacelera, los industriales de la región avanzan en un aumento de la producción, que requiere mayor capacidad instalada, inversiones y mano de obra calificada.
Lograr esas metas, entienden, sólo es posible en la medida que se despeje el fantasma de la inflación, o al menos el nivel de control de precios que permita reacomodar la estructura de rentabilidad. De ese modo, el escenario para ellos sería inmejorable.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
Máquinas y equipos ganaron los primeros lugares en las preferencias.
|
|
|