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sábado,
10 de
marzo de
2007 |
El lugar de las Madres
Sobre un importante escenario de 25 metros de boca y más de 10 de profundidad, detrás de la figura excluyente de Chávez, lucieron, en fila, catorce sillas ocupadas por otras tantas Madres de Plaza de Mayo. Sonrientes, veneradas y besadas por todos, las invencibles señoras de pañuelo blanco le dieron una atmósfera emotiva al escenario, que bajó a todo el acto. Hebe de Bonafini, referente principal de esa asociación, fue la gran hacedora de la organización del acto, y única en uso de la palabra, antes de Chávez.
"Gracias al presidente Kirchner podemos tener hoy este acto en libertad", arrancó Hebe. La combativa mujer pidió que Bush "nos saque sus sucias manos de encima". Luego agradeció a Chávez, "un hombre inmenso que nos marca el camino", y -finalmente- a "nuestros hijos guerrilleros revolucionarios: la sangre derramada no fue en vano, y hoy aquí está floreciendo", dijo, con fuerza, entre otras definiciones.
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