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 domingo, 25 de febrero de 2007  
Brasil "exporta" soldados a sueldo para luchar en el exterior

Rio de Janeiro (Brasil).- Militares brasileños de reserva están optando por alquilarse en pequeños ejércitos privados en diversos países, según señaló la edición de hoy del diario O Globo.

Contratados por empresas privadas militares o de seguridad que según el rotativo vienen creciendo vertiginosamente después de la Guerra Fría, los “soldados a sueldo” -formados en unidades del ejército brasileño- cobran en promedio entre 6.000 y 12.000 dólares por mes.

El primer esquema de alquiler de soldados en Brasil fue descubierto hace dos años, cuando los alemanes Frank Guenter Salewski y Heiko Hemlut Emil Seibold, quienes se presentaban como representantes del Departamento de Seguridad Global de Inveco Internacional Corporation, reclutaron unos 500 soldados brasileños en las capitales provinciales de São Paulo, Curitiba y Goiania, para vigilar instalaciones militares en Irak.

Más recientemente, el italiano Giovanni Piero Spinelli fue detenido por la Policía Federal brasileña acusado del reclutamiento ilegal de ex militares brasileños que recibirían un salario de 3.000 dólares por mes por un contrato de dos años, para trabajar para la empresa First Line, de propiedad de Spinelli y otros dos socios.

Los candidatos llegaron a practicar ejercicios militares de los que realizan las empresas privadas que actúan en Irak, con la autorización del comandante del campo de entrenamiento de la unidad militar de Rio de Janeiro Guericinó, Roberto Raimundo Criscuoli, quien permitió incluso la utilización de armamentos.

De acuerdo con el matutino, hasta el descubrimiento del sistema ilegal de reclutamiento por parte de los alemanes y el italiano, la actuación de brasileños a sueldo en conflictos armados en el exterior se restringía a Latinoamérica -principalmente en el combate a la guerrilla en Colombia- y a Africa, en la guerra civil de Angola en los años 90.

Según la Cruz Roja, las empresas militares privadas ofrecen un paquete de servicios que abarcan desde la instrucción de tropas hasta la asesoría de jefes militares, pasando por soporte operacional, protección de bienes y personas, mantenimiento del orden e inteligencia.

A escala mundial, el tamaño del mercado de las empresas militares privadas está estimado en 100 millones de dólares y continúa creciendo impulsado por las guerras de Irak y Afganistán.

Sus clientes son Estados, grupos armados, sociedades comerciales que operan en escenarios difíciles, la ONU, organizaciones no gubernamentales e incluso la Cruz Roja, que los contrata exclusivamente para la protección de instalaciones.

Debido a un vacío en la legislación laboral brasileña, los contratos de los soldados con las empresas no cubren ningún tipo de seguro de vida o protección a sus familias en caso de muerte, e incluye una cláusula en la que el soldado se compromete no exigir ningún tipo de indemnización en caso de muerte o accidente.

Tampoco se encuadran en calidad de prisioneros de guerra en caso de ser capturados. (DPA)


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