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domingo,
25 de
febrero de
2007 |
Cocina: relleno sabroso
Hoy, mi querida amiga, le sugiero una carne rellena con ingredientes que aportarán además del sabor, un un colorido especial, y algunos secretos para preservar los jugos.
Nalga rellena
Ingredientes:
1 tapa de nalga
100 gramos de panceta ahumada
2 cebollas
2 pimientos
1 taza de caldo de carne
100 gramos de manteca
100 gramos de queso en fetas
1 zanahoria
1 taza de espinaca
2 huevos duros
sal y pimienta
Para la salsa:
250 c.c. de leche
1 taza de queso parmesano
2 cucharadas de ketchup o puré de tomate
1 yema
sal, pimienta y nuez moscada
Abra la tapa de nalga y condiméntela con sal y pimienta. Blanquee las hojas de espinaca sumergiéndolas unos segundos en agua hirviendo. Cubra con la espinaca y agregue la panceta, la zanahoria cortada en tiritas o rallada, los huevos picados y por último el queso. Arrolle la carne y sujete con un hilo al que previamente habrá untado con aceite para que no se pegue a la carne. Unte con la manteca.
Coloque en una fuente para horno, y cocine a fuego moderado durante 1 hora dándola vuelta para lograr un dorado parejo. Incorpore la cebolla cortada y los pimientos. Vierta el caldo y continúe la cocción una hora aproximadamente (dependerá del tamaño de la tapa de nalga). Apague el horno y déjela unos minutos para que los jugos se distribuyan uniformemente. Retire, corte en rodajas y bañe con la salsa de queso. Para prepararla, caliente la leche en una ollita, incorpore el queso y el ketchup. Cocine a fuego suave hasta que el queso se funda. Retire, incorpore la yema y condimente con sal, nuez moscada y pimienta.
Había una vez.....
Cuentan que había dos gusanos que vivían en un árbol frondoso. Uno de ellos, comenzó a encerrarse en un capullo de seda. Hasta ese momento los dos habían sido amigos. “¿Qué estás haciendo?”, gritó espantado su compañero: “¿Te has vuelto loco?” El gusano no respondió porque se emocionaba con facilidad cuando hacía algo nuevo. “¿Has pensado lo que eso significa?”, siguió su compañero que era mucho más reflexivo y prudente. “¡Vas a aislarte del árbol! ¿Y las jugosas hojas que estás dejando? ¿Y los nuevos brotes del tallo central? ¡No podrás comer ni moverte por el árbol si te encierras ahí!”.
Dado que su compañero no respondía, el orador decidió buscar apoyo en los demás gusanos y los trajo junto al capullo de seda, que ya estaba por terminarse. Y escuchó al coro de gusanos que decía: “Mirá lo que dejás”, pero se encerró tras la seda. Los gusanos se quedaron mirando, y pasaron toda la tarde comentando el suceso. “Se volvió loco”, decían.
Después de un tiempo encontraron el capullo roto y vacío. No supieron qué pensar, así que decidieron mantener sus opiniones y seguir mascando hojas y ramitas sin volver a tocar el tema. Mientras tanto una mariposa hermosísima se alejaba del árbol volando hacia el atardecer.
Autor: Miguel Segura
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