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domingo,
25 de
febrero de
2007 |
San Valentín
sin festín (II)
Para el 14 de febrero, Día de San Valentín, abundaban las ofertas gastronómicas con tinte romántico, muchas de ellas publicitadas en los medios. Tras conocer las propuestas decidí regalarle a mi esposa esa noche en Fosse ya que lo que se ofrecía era realmente atractivo, tanto la cena como los espectáculos. Habiendo hecho la reserva correspondiente, y pagado por adelantado las tarjetas (así debía ser), llegamos al lugar alrededor de las 21.30. Al ingresar se había dispuesto una excelente recepción que auguraba una noche como la que esperábamos. Aproximadamente a las 22 nos ubicamos en nuestra mesa dispuestos a cenar. Después de una hora de espera sin ser atendidos, comencé a observar, que ya a esa altura el hecho era generalizado: muchas mesas habían sido, como la mía, totalmente ignoradas; otras tenían la bebida, otras la entrada, los más afortunados el plato principal y en otras mesas con varias parejas de amigos, la mitad estaba servida y la otra mitad no. En otros casos, algunos comensales habían optado por el autoservicio, procurándose ellos mismos la bebida en la barra. Ya a las 23.30, es decir, después de estar esperando una hora y media, decidimos irnos. Todo esto después de ver por lo menos a veinte personas que se quejaban por el servicio. Ante mi reclamo y pedido de reintegro del dinero, el encargado se disculpó por la mala atención alegando que no están acostumbrados a trabajar con tantas mesas de parejas solas, sino que acostumbran a atender a grupos más numerosos. Realmente no sé cuál será la diferencia, sobre todo si la cena no era a la carta y además había que reservar. Por otro lado, me pregunto: ¿a quiénes esperaba este buen hombre sino a parejas en el día de los enamorados, al equipo de veteranos de alguna liga de fútbol, a un grupo de amigas haciendo una despedida de soltera o a los egresados de alguna carrera? El resultado fue que nos retiramos de Fosse a las 23.50 con mi dinero, pero sin cenar, sin ver ningún espectáculo y sin bailar, sin todas las cosas por las cuales habíamos ido y pagado. Lo peor de todo es que a esa hora, mi esposa y yo ya no teníamos ninguna posibilidad de disfrutar la noche de San Valentín. Por cosas como estas es que sigo pensando que éste es un país muy generoso, porque este lugar volverá a abrir sus puertas y seguramente la gente seguirá yendo.
Diego Ballerini
DNI 24.148.490
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