El gran dilema de Pumpido

Con los mismos es necesario cambiar radicalmente y de entrada no lo logró

Pumpido reconoció el viernes, antes de subirse al micro para viajar a Capital Federal, que no pudo conformar un proceso ideal para encarar el Clausura. Aunque igual en todo momento trató de transmitir optimismo y no cargó culpas contra nadie, se intuye claramente que más allá de la sed de revancha de todos, las buenas intenciones chocan contra una realidad que limita las expectativas.

Volvió Husain y es la única certeza de un refuerzo en serio. Por lo demás, no hay casi margen para ilusionarse. Nada parece indicar que los aportes de alguno de los colombianos por los que se está en tratativas (ver página 5) cambiará radicalmente la situación, algo que será irremediablemente necesario si Newell's mantiene in eternum esta tendencia negativa, que con la derrota de ayer llegó a 12 encuentros, con ¡9 derrotas! y apenas 3 empates. Y el dato estadístico se corresponde con el mismo proceso, así que el número en este caso va de la mano de lo que ocurre.

A esta altura, la situación de Domínguez, siga o no en el club, es un mal síntoma. Porque se lo recomendaron a Pumpido y lo pidió, pero después no lo convenció. Y ya no hubo tiempo para buscar otro jugador de sus características. Se creía que podía ser desequilibrante, pero parece que no lo es y Newell's precisaba con urgencia alguien así. Está claro que para todo el Clausura no lo tendrá.

Y el pibe Chalar podrá ser un buen proyecto, no menos que otros del club, que deberán hacerse fuertes bajo el ala de Cardozo. Fue sin dudas muy bueno que no se haya ido para Pumpido. En todo caso ese es el mayor haber de la pretemporada, el que la mayoría de la base se quedó, pero también ella necesitaba renovarse interiormente y ninguno de afuera, excepto Husain, podrá ayudarlos.

En ese dilema está Newell's, después de que la pelota rodó por primera vez y, por cierto, hacia su propio arco. Precisa cambiar, no lo logró metiendo pibes a montones a fines del Apertura y Pumpido sigue sin llegar siquiera a la situación de delgado equilibrio, como para hacer pie y empezar a salir del fango.

Sessa se queda con la pelota ante Peralta.