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 sábado, 16 de diciembre de 2006  
Cambiar de mirada para imaginar otro porvenir

No es posible imaginar las condiciones de vida infrahumanas y de hacinamiento hasta verlas. Menos es posible pensar otro porvenir cuando lo inmediato es la marginación absoluta. Esta es la primera sensación que aparece cuando se ingresa al penal de la comisaría 12ª donde el grupo de 22 jóvenes y adultos participa del proyecto de resocialización. Un lugar que en otros momentos llegó a contabilizar hasta 45 presos en un sitio para 15 personas como máximo.

Por eso es que resulta tan difícil no quebrarse ante la imagen del espacio donde aprenden y habitan. Quizás alcance con decir que el lugar es minúsculo, muy minúsculo, al punto que deben turnarse de a 4 o 5 para entrar a la improvisada aula de techo de chapa y piso de cemento para conversar en rueda, o aprender con la maestra Mónica. Mientras que el otro grupo se dedica a compartir una clase de manualidades en la parte externa con el maestro Esteban.

“Nosotros estamos agradecidos por este proyecto, de saber que alguien apuesta por nosotros, cuando sabemos bien que afuera no dan ni 5 centavos por nuestras vidas”, dice Mauricio. Y las palabras de Mauricio las repetirán Carlos, Daniel, Cristian, Martín y Félix, entre otros. Cada uno a su manera, como Ezequiel, que con la Biblia bajo el brazo le reconocerá un origen divino a esta experiencia.

Se aferran al proyecto para hablar de sus deseos: “Esto nos favorece a todos, nos propone pensar otras metas, aprender un oficio”, dicen de una u otra manera. Y en eso de que ayuda a todos también cree el oficial de la comisaría 12ª, César Brusutti, convencido de que con estas iniciativas se podrá quebrar el determinismo que recae sobre esta población.

Carlos, uno de los detenidos, tiene otro pedido, el de la ayuda que la sociedad les puede dar cambiando la estigmatización que sobre ellos cae. “Si salimos de aquí y no nos dan trabajo porque no les gusta nuestra cara, porque somos negros, tenemos tatuajes o estuvimos presos, todo se nos hace más difícil para pensar en otra salida. Y ahí es cuando llega el camino fácil de la droga, de las malas amistades y el delito. No quiero volver a caer”, confiesa el joven para describir a la perfección el círculo que desde este proyecto de resocialización se intenta romper.


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