Gorosito según Gorosito

Un personaje de origen humilde que se convirtió en jugador y DT por vocación

-¿Sos reacio, desconfiado o tímido?

-Vengo de un estrato social bajo, muy bajo, al punto que mi vieja trabajaba limpiando por horas, y a partir de una formación humilde pero sustentada en el respeto siempre comprendí que ni como jugador antes ni como técnico ahora soy más o menos que nadie. Es decir que no me siento más de lo que soy, soy lo que soy, y no considero que tenga que estar en los mejores lugares o que tenga que hacer otras cosas ni hablar demasiado para trascender. Mi presencia en el fútbol como jugador y técnico es por vocación, entonces no lo hago para satisfacer a los demás. Sí me satisface cuando uno o varios jugadores dicen que mi cuerpo técnico les dejó tal cosa o les enseñó tal otra, y eso me gratifica mucho más que una entrevista en la televisión o una nota en un diario.

-Tus colaboradores cultivan el mismo bajo perfil.

-Sí, somos parecidos en ese aspecto y por eso estamos juntos. Cuando estuvimos alojados al principio en el Hotel Presidente, la misma gente del hotel nos cargaba diciéndonos que éramos los más callados de los cuerpos técnicos que pasaron por allí, pero es porque somos así.

-¿Pero siempre son así?

-No, íntimamente somos diferentes.

-¿Y por qué la diferencia?

- Por timidez, seguramente que ponemos esa barrera por timidez, y también por respeto, y esto a lo mejor nos muestra distantes. Cuando vamos a un restaurante lo primero que hacemos es ir a un rinconcito para que no nos vea nadie porque no nos gusta llamar la atención. Ahora en el grupo somos alegres.

-Alguien alguna vez dijo que los jugadores juegan como viven, y esto también les cabe a los técnicos. El otro día durante el clásico, cuando ya iban 4 a 1, les gritaste a tus jugadores que vayan para adelante y que hicieran 4 o 5 goles más. ¿Ese es el verdadero Gorosito?

-Es ese, porque nuestro pensamiento está sintetizado en ese episodio. Una vez con Chicago en el primer tiempo ganábamos 5 a 0, entonces cuando llegué al vestuario les dije a los jugadores que el respeto al contrario siempre es tratar de hacerle todos los goles posibles pero no burlarse, no cargarlos, pero jugar siempre yendo al frente. Yo cambio cien "ole, ole" por un gol. Y les advertí que alguna vez uno puede estar del otro lado, y que en ese caso quiero que me respeten haciéndome todos los goles que puedan, pero sin actitudes sobradoras.

-¿Cómo viviste el posclásico?

-De manera espectacular. A mi manera, por supuesto. Con mi señora habíamos tenido a mi hija Lara, con Lanús jugábamos contra Almagro e hicimos seis goles. Antes del clásico nació Bruno, y mi señora me dijo que iba a ser igual que con Lara. Le dije "ojalá". Y se dio. Apenas terminó el partido me volví a Buenos Aires con dos amigos, y como no quise agarrar Oroño para evitar cualquier contratiempo con algún hincha de Newell's, tomamos por el bajo y fue impresionante la gente que había en el Monumento, así que llegué a mi casa y lo disfruté con mi familia, en mi lugar.