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sábado,
04 de
noviembre de
2006 |
El jardín de infantes y su compromiso con la niñez
La educadora María Renée Candia dice que cuanto más temprano se aprende, más tiempo de escuela hay
Marcela Isaías / La Capital
Un compromiso social con las infancias. Esta es la idea que defiende María Renée Candia, una especialista en educación inicial, cuando debe hablar del papel del jardín de infantes.
Candia es profesora en educación preescolar, cientista de la educación (UNR) y cuenta con un posgrado en currículum y prácticas escolares en contexto (Flacso). Dice que el nivel inicial es clave para todos los chicos, pero en especial para aquellos que viven en situaciones desfavorables.
Hace poco, presentó su libro “La organización de situaciones de enseñanza” (Ediciones Novedades Educativas), un texto pensado para los maestros del jardín y quienes estudian para serlo. El libro recoge las prácticas del nivel para animarse a discutir lo naturalizado y construir así nuevos conocimientos. Por eso pone en debate el rol del maestro, las enseñanzas que requiere trabajar con los más chicos y claro está el pacto que debe acordar con las infancias.
—¿Con que imaginario llegan las alumnas al profesorado: con aquel ligado al trabajo con niños “porque es lindo” o al que responde a una idea más amplia de educación infantil?
—Lamentablemente, llegan con esta idea de que “quiero ser maestra jardinera porque me gustan los chicos”. No está claro el compromiso social de la carrera, de su posicionamiento político, ideológico. Y a la hora de ejercer, aparece una confusión entre ser la segunda mamá y la maestra, corriéndose de la función pedagógica a la asistencial. Mientras que por otra parte, está el desafío de que enseñe sin primarizar. Ese es ahora el gran equilibrio difícil de encontrar.
—¿Cómo influyen los padres en estas demandas?
—Están los papás que mandan a sus hijos al jardín para que jueguen, aprendan hábitos y se hagan de amiguitos. Pero también los que le demandan tareas que no le competen, como las enseñar a leer y a escribir. Si la institución no tiene en claro cuál es su función, es entonces donde juega fuerte la demanda de los padres y hasta la lógica del mercado. Es cuando se desdibuja su razón de ser donde conjugan el juego, la socialización y los hábitos, con la enseñanza.
—A partir del debate por la nueva ley de educación el nivel inicial pasó a tener un mayor protagonismo. ¿Por qué es importante que siga ganando espacio en el sistema educativo?
—Hay investigaciones que dan cuenta que los aprendizajes tempranos favorecen los aprendizajes posteriores. La Argentina tiene la mayoría de los niños por debajo deL la línea de pobreza. Por tanto es muy importante que estos chicos accedan al nivel inicial y, en estos contextos de pobreza, desde la sala de tres años. Porque son niños privados de muchas cosas, por eso es muy importante que les lean un cuento, que les canten, que vean colores, otra ambientación y obviamente que se les enseñe. Es fundamental porque la inteligencia se desarrolla con aprendizajes. Necesitan de un jardín donde puedan jugar y que jugando se constituyan como sujetos, pero también para no estar solitos en la calle o al cuidado de sus hermanitos. Donde puedan estar cerca de la literatura, para dejar que vuele su imaginación y pueda imaginar otros mundos posibles. Inclusive para enfrentar esta idea de que uno nace más o menos inteligente de acuerdo al contexto y, en realidad, la inteligencia se desarrolla. Si estos chicos están en un ambiente rico en estímulos podrán desarrollar su inteligencia, algo que quizás no pueden hacer en su casa o en la calle.
—¿Es aquí donde el jardín marca la diferencia?
—Claro, porque cuando los chicos de sectores más vulnerables llegan a la EGB, es cuando se ve si pueden perdurar o mantenerse y no ser excluidos por el mismo sistema, y más tarde ser excluidos sociales.
—El borrador de la ley de educación establece los 5 años para la obligatoriedad del nivel inicial, pero muchos sectores opinan que debe ser desde los cuatro años ¿Cuál es su opinión?
—Lo ideal es que sea desde los cuatro años, inclusive desde los tres para los niños que viven en contextos desfavorables. Es así que el Estado tiene el compromiso de garantizar que todos estos chicos puedan acceder al jardín porque son los espacios donde se les puede ofrecer oportunidades ricas de aprendizajes, un contexto de contención afectiva, de intercambios verbales y no verbales. Algo fundamental para construir subjetividades.
—Su libro está dirigido a educadores y futuros maestros ¿qué condiciones son esenciales para enseñar?
—Una es el compromiso con las infancias, pero no desde la mirada “me gustan los chicos”, sino desde un compromiso social. Otra cuestión fundamental en cualquier educador es el deseo de aprender, ese motor que nos relaciona con el conocimiento. Es decir, hay que preguntarse si me quedo con el conocimiento como viene dado o si me animo a cuestionarlo. Si no hacemos esto nos convertimos en objetos consumidores, en lugar de sujetos productores de conocimiento.
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