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miércoles,
01 de
noviembre de
2006 |
La risa modifica la actitud
Clarisa Ercolano / La Capital
"Es sólo una cuestión de actitud", dice Fito Páez en una de sus canciones más conocidas, y algo de esto tienen los talleres terapéuticos que ofrece la psicóloga rosarina Beatriz Medina, que tratan sobre la vinculación de la risa, la creatividad y la resiliencia con la salud. Medina dice que a través de la risa se modifica la actitud de las personas: "Cómo piensa, cómo se posiciona y las conclusiones que saca", dice, y agrega que esto se observa en las personas pesimistas "que miran mal el mundo y se retroalimentan a sí mismas generando cambios químicos en el sistema nervioso que acrecientan el pesimismo y la depresión". Más allá del placer que genera una sonrisa, los efectos benéficos en la salud son múltiples y entre otros se cuentan un mejor desempeño del sistema inmunológico, la normalización de la presión arterial y la liberación de neurotransmisores capaces de generar un efecto sedante.
"La risa genera movimientos internos satisfactorios", apunta la profesional, y cree oportuno recordar a uno de los primeros estudiosos de esta técnica, Norman Cousins, quien asegura que así como las emociones negativas enferman, las positivas sirven para curar. Cousins vivió en su propio cuerpo los beneficios del buen humor. Estaba internado con una enfermedad que lo llevaba a la postración y un día pidió autorización para ver películas cómicas, y comprobó que diez minutos de risa plena le eliminaban el dolor por dos horas. Al poco tiempo se mudó a un hotel y comenzó a cambiar también su régimen de alimentación. Con el cambio de ambiente y el desarrollo de tareas recreativas, su enfermedad desapareció completamente. "El querer ver algo cómico indica que uno no está entregado a la enfermedad y que tiene ganas de curarse", agrega Medina
La risa funciona como un verdadero ejercicio cardíaco y además fortalece los músculos internos. Tras varias carcajadas, aumenta la ventilación y la sangre se oxigena. Además de influir directamente sobre el hemisferio derecho del cerebro, responsable de la creatividad, la intuición, el juego y el arte.
"La salud y la enfermedad pasan por cómo uno ve las cosas, las motivaciones que tenemos para vivir y la conciencia sobre nuestro cuerpo", refiere la profesional. En este campo, Medina le otorga mucha importancia al trabajo de la conciencia. "En esto coinciden casi todas las terapias que plantean ver qué pasa en el cuerpo y alrededor nuestro".
Para el trabajo terapéutico Medina hecha mano de ejercicios como la eutonía, la técnica Alexander o la sensopercepción, que permiten tomar cuenta del propio cuerpo y ser conscientes de sus funciones. "El cuerpo está capacitado para saber qué pasa hasta en sus partes más mínimas y cuando nuestro cuerpo se estira hay neuronas que se revitalizan".
Además de explicar algunos fundamentos teóricos, utiliza también diversos recursos tales como programación neurolingüística, psicodrama, asociación libre, canto, baile y contar chistes.
Crear una solución
En los talleres de Medina, la creatividad no se ve como una capacidad artística, sino como una disciplina que permite crear, resolver problemas, definir objetivos y situaciones nuevas. "El cuerpo físico y psíquico es como una caja donde guardamos todo lo que influye sobre nosotros y lo que nos sucede como consecuencia de estas variables, porque somos seres relacionados", dice y además plantea que cada ser es un producto de los vínculos que desarrolla en su vida. "La madre influye enormemente, por eso hay que tener conciencia de lo presente y también de lo pasado, para encontrar una solución".
Justamente de la capacidad para adaptarse a cada situación surge el concepto de resiliencia, que se origina en conceptos de ingeniería y que explica la capacidad de los materiales para recibir los estímulos del medio ambiente sin modificarse. "Esto lo toma la psicología como la capacidad de soportar los embates de la vida y salir airosos", explica Medina, que aclara que en función de la historia personal, la resiliencia puede se mayor o menor. "El que tiene menor capacidad muchas veces se enferma", agrega Medina.
Desde la concepción los estímulos determinan qué capacidad de resiliencia tiene cada individuo. "Hay que investigar qué pasó y qué hizo que esa capacidad no se desarrolle", dice y agrega: "Es como quien ve el vaso medio lleno o medio vacío, es una concepción de cada persona, pero se puede cambiar".
Medina es cultora de teorías francesas que hablan de que el cuerpo es un equilibrio inestable. "Mientras más elementos tengamos para manejar esa inestabilidad, tenemos más estrategias y mejor nos acomodamos".
Respecto del nivel de agresión y de exaltación que sobreviene en esta época del año, Medina explica que la gente se acelera porque es época de balances, y además, "hay reacciones en cadena, se enoja uno y lo hacen todos".
A esto se agregan las dificultades económicas, donde el mercado consumista ofrece de todo y la gente ve que con su trabajo no llega a responder a ese estímulo de compra, "se generan grandes desequilibrios", dice Medina. Sin embargo, aclara que existe un estrés que alerta y que sirve para vivir y otro que es constante y que aparece sólo con encender la televisión y ver imágenes agresivas que generan sustancias como la adrenalina y el cortisol.
Un buen punto de partida
"Con estas terapias se pueden enfocar todas las patologías, pero hay que aclarar que no es un curalotodo ni un remedio santo pero que sí hay un desarrollo de la ciencia médica medicinal que permite enfocar integralmente al enfermo", afirma la psicóloga, y pone como ejemplo a las enfermedades autoinmunes. "Hay personas que se atacan a sí mismas y esto tiene que ver con un estado emocional que se desequilibra. Si esta persona empieza a reír y a tener otra actitud que no pasa por el ataque, la perspectiva mejora", asegura.
Medina argumenta que las personas se dividen entre las que piensan que la curación va a venir de afuera o la que se hace responsable y dice: "Yo me enfermé y si me enfermé me puedo curar", y eso justamente trabaja la risa, el ver las cosas de manera más optimista y de esta forma "poder ver la capacidad de sanarse".
Medina es optimista y dice que la risa y el cambio de actitud se contagian, y al respecto recuerda que la gente que llama por teléfono para averiguar por la actividad empieza a reírse porque el sólo hecho de averiguar por un taller de la risa le causa gracia.
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Un grupo terapéutico es una buena opción para empezar.
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