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 miércoles, 01 de noviembre de 2006  
EEUU, las "elecciones YouTube" y el candidato transparente

Washington.- El senador estadounidense George Allen sintió con toda su fuerza el nuevo poder de internet. El republicano del Estado de Virginia equivocó el tono en un acto electoral y llamó a unos estudiantes de origen indio “macacos”. Poco después, el corte de video se encontraba ya colgado en YouTube.com, y de ahí, el descarrilamiento de Allen saltó a la portada del Washington Post y posteriormente a las noticias de televisión.

Pese a todas las disculpas, la estrella de Allen comenzó a bajar y el senador teme por su reelección en los comicios al Congreso del 7 de noviembre. Y a otros políticos les pasó algo parecido.

El nuevo fórum de YouTube puede influir en el resultado de los comicios, concluyó un análisis de la National Public Radio. El diario Los Angeles Times habló ya de las primeras “elecciones YouTube”. Y The New York Times se preguntó: ¿YouTube democratizará o destruirá la política?

Alrededor de 20 millones de internautas están registrados como usuarios para descargar y subir videos en la plataforma de Internet. Por eso, el portal creado apenas en febrero de 2005 y adquirido a principios de octubre por el gigante Google, parece hecho a medida para la lucha electoral.

Además, los anuncios de campaña no cuestan ningún dinero en la página gratuita, por lo que candidatos relativamente desconocidos con pequeños presupuestos obtienen también una plataforma política.

Mientras los spots electorales en la televisión deben someterse a las regulaciones de la comisión electoral, en YouTube reina una especie de ambiente del salvaje oeste. Nadie está obligado a decir quién es responsable del contenido de un anuncio.

Al contrario que en televisión, el candidato protagonista del contenido del spot tampoco tiene que autorizarlo personalmente. En YouTube parece casi todo permitido: también los golpes bajos. En un videoclip, por ejemplo, el presidente estadounidense, George W. Bush, es metido en el mismo saco que dictadores como Adolf Hitler o el ex mandatario iraquí Saddam Hussein.

Según datos de la comisión electoral, los republicanos y los demócratas gastan, respectivamente, un 91 y un 81 por ciento de sus publicidad electoral en las llamadas campañas negativas, que consisten en persistentes ataques a la reputación del rival para sacarlo de la carrera.

Por encargo de los partidos, cineastas aficionados van a la caza implacable de resbalones o errores de candidatos de otros partidos. Y para los políticos la campaña se convierte así en una prueba sin fin. Desde el primer día, deben mostrarse perfectos y siempre dispuestos ante las cámaras. Cada jornada de campaña se transforma en un “reality” y ningún error pasa inadvertido.

Con YouTube, la campaña electoral toma un nuevo rumbo en Estados Unidos. Hasta ahora, los candidatos recolectaban donaciones con ayuda de internet o organizaban una base de simpatizantes en comunidades online. Los weblogs, una especie de diario en internet, servían a los activistas políticos para criticar a candidatos mal vistos o para transformarse incluso en investigadores. Pero ahora YouTube consiguió crear el candidato transparente.

Por eso, The New York Times se pregunta si no se perderá la última pizca de autenticidad si la campaña electoral se convierte en un reality show en el que cada momento de la vida de un candidato pueda ser filmado y distribuido por internet. ¿No serán los candidatos empujados de esta forma todavía más hacia las consignas vacías?

Otros, sin embargo, consideran exagerados los supuestos efectos de YouTube sobre la política. Su argumento: la mayoría de los usuarios del portal son en general jóvenes políticamente poco comprometidos. (DPA)


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