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 sábado, 28 de octubre de 2006  
Editorial
Misiones y una elección clave

La áspera lucha política entablada en la provincia mesopotámica con la posibilidad de la reelección sin límites del gobernador como telón de fondo ha vuelto a dejar expuestos los graves vicios que padece la institucionalidad nacional. Tales defectos no podrán ser corregidos sin que la ética ocupe el lugar que se merece y le corresponde.

Mañana es el día. Todas las miradas de aquellos a quienes les preocupa el futuro de la Argentina estarán inevitablemente fijas sobre la provincia que se encuentra situada en el extremo noreste del país. Las elecciones de convencionales constituyentes en Misiones representan, en efecto, mucho más que una coyuntura normal en el marco del estado de derecho recuperado en el histórico octubre de 1983. La feroz disputa política entablada entre aquellos que aspiran a la reelección indefinida del gobernador Carlos Rovira y la firme posición negativa liderada por el obispo emérito de Iguazú, Joaquín Piña, ha adquirido dimensión nacional.

Los comicios que se celebrarán este domingo ponen en juego la elección de treinta y cinco convencionales constituyentes que luego decidirán si se reforma un único artículo de la Constitución provincial, el número ciento diez, a fin de que se habilite la reelección sin límites del gobernador de la provincia. Los meses previos a la decisiva jornada de mañana han estado teñidos de incidentes confusos y de un áspero tono de contienda personal entre los bandos en pugna del que no estuvo ajeno ni siquiera el propio presidente de la República, Néstor Kirchner, quien manifestó su apoyo a la continuidad de Rovira.

Preocupante resulta, sin dudas, que se busque la legitimación de la permanencia indefinida en el poder y que se lo haga sin reparar en daños. Sobre todo aflige que se continúen adoptando con naturalidad comportamientos desvinculados de la ética en un momento en que la recuperación económica necesita ser acompañada con actitudes transparentes, único reaseguro de la solidez institucional y por ende del bienestar colectivo. La entrega de subsidios con fines claramente electorales y el incendio de capillas forma parte del reprobable repertorio exhibido durante la campaña.

Pero no son sólo la posible continuidad de Rovira ni los detalles puntuales del escenario político misionero el asunto que merece ser discutido en relación con el porvenir nacional, sino el peligroso precedente que sentaría la habilitación que pudiera concedérsele al mandatario para permanecer en su puesto sin barreras temporales que lo limiten. Y es que muchos dirigentes parecen no haber comprendido que es sólo desde el terreno moral que podrá reconstruirse una Nación que fue socavada hasta sus cimientos no sólo por el autoritarismo asesino de la dictadura sino por la corrupción endémica que ofreció como paisaje demasiado frecuente la democracia recuperada.

¿Pueden liderarse cambios sociales de fondo si no se predica con el ejemplo? La respuesta negativa aflora espontánea. En Misiones, mañana, se definirán muchas más cosas de las que parecen. Y ojalá la cordura sea la que se imponga.
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