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 sábado, 28 de octubre de 2006  
"Sólo hay que seguir la flecha"

Es sencillo. Se llega a la boletería, solo o con los amigos. Se saca la entrada y se sigue la flecha. Habrá que llevar el sándwich de milanesa o los mangos para el chori, los puchos... ¿qué otra cosa?, ¡ah!, y la gorrita o un paraguas. Ojo, que no hay árboles y esta cosa del rock empieza a media tarde. Después, depende del carácter de cada uno; el que guste del pogo, de saltar y cantarse todo, no deberá cargar con nada más; los más tranquilos o menos aguantadores, que se lleven el buzo que a la noche refresca ¿viste? Antes, rock y merchandising eran algo contrapuesto, pero ya está. La remera, el pin, el disco de la banda presente preferida se podrán encontrar allí. Cuestión de hacer la vaquita. Habrá que aplaudir de entrada. Que los chicos de Bonsai y Reakción hayan llegado hasta allí no es pavada, tienen historia, compitieron contra otros 96 grupos y sólo por eso ya hay que alentarlos. Ojo, el gusto personal pesa, pero una cosa es no gustar de algo y otra es ser intolerante. Con lo que no gusta, basta con mirar para otro lado. Hay tanto en el mundo para repudiar en serio... Sería bueno gastar rechiflas en algo que valga el esfuerzo y no en cuatro buenos tipos que bien o mal están allí para el goce de alguien. Es cuestión de tolerancia. Frase del barrio: "Sobre gustos no hay nada escrito, dijo una vieja, y le puso alfombra al gallinero". ¿Tribus?, ¿De qué tribus hablan?. Ahí arriba habrá unos tipos tocando rock. ¿qué importa cual? El rock, antes que rock, es música, y se inventó para gozarla. Sólo se trata de encontrar la de cada uno con la pobre o muy poderosa antena que nos haya tocado. Y si no se capta nada, ojo con las culpas que se echan, especialmente con el "a quién" y con el "cómo". En una de esas los músicos hicieron todo bien... Al fin y al cabo, las puertas no son sólo para entrar y siempre se encuentran. No están cubiertos los gustos de todos, faltan próceres y aprendices, falta mucha gente y quizás sobre alguna. No es resignación, es cuestión de ir a lo que hay y esperar la entrega, seriedad, profesionalismo, sonido equilibrado del "lo que hay" de turno y contribuir con la parte que corresponda a que todo salga bien. Es una ocasión única. Si esto funciona, las puertas del gigantesco predio del hipódromo podrán abrirse más seguido a otras propuestas culturales masivas, algo que se necesita.
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U.G.Mauro / Escenario



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