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 sábado, 28 de octubre de 2006  
El desafío de cambiar el eslogan por la argumentación en los debates

La idea de pensar en una filosofía para todos es la que orienta el trabajo de reunir a la escuela media con la universidad. ¿Pero cómo se logra esto? El profesor Francisco Parenti, docente universitario y el director de las jornadas educativas, dice que lo primero que hay pensar es que la filosofía “no es propiedad de los filósofos” y por lo tanto su primera misión “es no perder el contacto con la vida”. Y enseguida mira hacia los estereotipos que a lo largo de la historia se han construido sobre esta disciplina para enfatizar una vez más que “es un derecho de todos”.

En este caso, la idea de filosofía que sostiene este encuentro es concebida —explica Parenti— como “una actividad que se parece a una gimnasia intelectual, que desarrolla juegos racionales, que tiene que ver con concentrarse, con encontrar el placer, con desmontar argumentaciones y volverlas a construir, y, sobre todo, enseñar las reglas de juego de la argumentación”.

Parenti no duda en comparar a la filosofía con la escuela y dice entonces que ésta “debe ser democrática, lo que significa tener una mirada abierta a la comunidad, no atrincherada en su propio mundo”. También que implica “que en la organización interna escolar tiene que estar la necesidad de enseñar a pensar y a razonar, algo que no sale de la nada, que es un arte y como tal hay que aprenderlo”.

Sin dudas, la escuela —insiste el director de este programa— tiene como meta específica desarrollar en los alumnos esas habilidades argumentativas y las de aprender a conceptualizar, a problematizar, porque en definitiva “son las que se necesitan para cualquier otro aprendizaje de la ciudadanía activa”.

Las jornadas plantean volver a la escuela y funcionar como un disparador de nuevos aprendizajes. Sin embargo, para Parenti en esta tarea es clave que se entienda que aprender a razonar o tener un pensamiento crítico no se da espontáneamente. Por el contrario, el educador advierte que “es siempre producto de un trabajo”.

“Sobre eso hay que insistir mucho, porque es también lo que nos pasa en la sociedad civil: se ha cambiado la argumentación por el eslogan. Se dan entonces discusiones donde sólo hay chicana, donde no se argumenta y eso no permite avanzar”.

El trabajo con los adolescentes deja para Parenti varias conclusiones: los define como muy creativos, dinámicos y sobre todo ávidos por estos espacios donde la construcción de ciudadanía sea el eje del trabajo. “Los chicos también perciben que se pueden cambiar las cosas, que los derechos no se imponen por sí mismos y que realmente la filosofía puede ayudar mucho a la formación democrática”. Claro que, según el profesor, para esto hay ciertas condiciones que son previas. “De la escuela no salen porque sí alumnos con capacidad crítica. La filosofía puede ayudar mucho en esta tarea, pero a condición de que la escuela cambie”.

Y en este sentido, un cambio esencial es no detenerse tanto en la información que proponen los contenidos, sino en la oportunidad que da la filosofía de cuestionar. “Los contenidos sirven para contener, porque cuando los chicos preguntan de verdad te sacan de los límites”.

—Una de las críticas que hacen los alumnos es hacia los límites que la escuela pone justamente a la forma de organizarse entre ellos, por ejemplo a través de los centros de estudiantes. Algo así como “está bien que opinen, que se organicen, pero no tanto”.

—Estas críticas son sentidas en todos los órdenes. Por eso una de las ideas que trabajamos es saber que una cosa es lo que tenemos y otra lo que queremos. Hay que luchar para tener lo queremos; en este caso, trabajar para la escuela que queremos. Defender la democracia significa educar para cambiar individual y socialmente, así surgen los cambios y la gente se organiza. Los derechos humanos o las conquista sociales nunca fueron concesiones sino el resultado de una lucha.
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El profesor de la UNR Francisco Parenti.

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