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sábado,
07 de
octubre de
2006 |
Difícil de contar
"Si llegás a decir lo que sabés, a la noche te cagan a tiros la casa". Una mujer, vecina de villa Las Palmeras, describió con esa frase la sensación que impregnaba al humilde vecindario. Ayer los investigadores del crimen de Héctor Avila estaban convencidos de que muchas personas vieron lo que pasó, pero que inevitablemente la mayoría callará por temor. "Lo que tenemos que hacer es movilizarnos como comunidad y echar a esta gente del barrio. No puede ser que asesinen a alguien y que después digan que lo hicieron porque estaban empastillados", añadió la señora, convencida de saber hacia dónde tenían que apuntar los pesquisas de Homicidios.
"No hay derecho. Lo asaltaron, le pegaron un tiro en una pierna y lo terminaron rematando con un tiro en la espalda por nada", agregó un muchacho, colega rosarino de Avila. "Esto es terrible. Yo soy remisero ilegal", admitió el hombre. "Los truchos somos los únicos que entramos a los barrios como este. Andá a pedirle a un taxista que entre acá. Nosotros, a pesar de no estar inscriptos, damos un servicio que otros no. Para colmo cuando nos asaltan, no podemos hacer la denuncia".
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