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domingo,
01 de
octubre de
2006 |
Biografía de un testigo en peligro
El albañil, que lleva 14 días sin aparecer, colaboró en los 70 en una unidad básica en la que militaban montoneros
Jorge Kaplan / La Capital
La historia de Jorge Julio López es la de un hombre simple, llegado del campo al conurbano bonaerense con sus oficios de peón rural y albañil bajo el brazo, pobre y peronista, arrastrado por la espiral de violencia que sacudió a la Argentina. Fue colaborador en una unidad básica de Los Hornos en la que militaban activamente jóvenes montoneros. Luego del golpe de 1976 fue secuestrado, torturado en cuatro centros de detención y, finalmente, blanqueado en la cárcel de Olmos.
Durante su cautiverio fue testigo de numerosos crímenes, de lo cual dio cuenta en el juicio que condenó de por vida al ex comisario Miguel Etchecolatz, mano derecha del extinto general Ramón Camps.
Nada se sabe de López desde el lunes 18 de septiembre. Se teme lo peor y las sospechas apuntan a las filas de la Bonaerense.
Tras la instauración del Proceso, López fue secuestrado por una patota integrada por Etchecolatz y su chofer, el policía Hugo Guallama, el 27 de octubre del 76. Un día después lo sometieron a la primera sesión de tormentos en el destacamento policial de Arana -conocido como Cuatrerismo- y, a las 48 horas, fue llevado al centro clandestino de detención el Pozo de Arana, ubicado en el viejo casco de la estancia La Armonía.
Posteriormente estuvo preso en las comisarías 5ª y 8ª de La Plata y, finalmente, en la Unidad Penal Nº9 de Olmos, donde quedó ya blanqueado a disposición del Ejecutivo. Recién fue liberado el 25 de junio de 1979. Su esposa y sus dos hijos varones (Rubén y Gustavo) fueron la mayor preocupación durante el tiempo que estuvo detenido.
De Villegas a Los Hornos
López llegó a Los Hornos (al sur del Gran Buenos Aires) desde su General Villegas natal con el oficio de "tareas rurales y conocimientos de albañilería". Tenía el segundo grado de escuela primaria terminado.
Peronista sin formación militante, colaboró con la unidad básica de su barrio en Los Hornos, donde actuaban algunos cuadros de La Tendencia, siendo en la década del 70 un espacio de Montoneros.
"Creo que me secuestraron porque ayudaba a los muchachos. Colaboraba con los que salían a la calle (después del golpe) y no con la cúpula, como (Mario) Firmenich, que se fue con la guita de la organización", testimonió el 28 de junio pasado en el juicio.
Paradójicamente, a principios de los 60 López trabajó como albañil en la construcción de lo que durante la dictadura se transformaría en el Pozo de Arana. Por eso lo conocía muy bien, algo que le serviría para identificarlo en la investigación posterior.
Su testimonio fue clave en el juicio a Etchecolatz, puntualmente en la investigación de lo ocurrido con Patricia Dell'Orto y Ambrosio de Marco, desaparecidos el 5 de noviembre de 1976 y vistos por última vez en el Pozo de Arana.
Cuando Dell'Orto y De Marco, su esposo, llegaron al centro clandestino "estaban deshechos", recordó López, quien conocía a la pareja ya que militaba en la unidad básica barrial. Y agregó: "Era noche y día que los torturaban, porque no declaraban".
López aseguró haber conversado con Patricia días antes de su muerte. Rememoró que la mujer le pidió que, si lo liberaban, "le dijera a su padre que hiciera todo lo que pudiese y que cuidara a la nena", la hija del matrimonio, que tenía 25 días al momento del secuestro.
A principios de noviembre ("fue el día que pusieron la bomba en la Jefatura de Policía", recordó) llegó al lugar la patota y reunió a todos los prisioneros en una misma celda. Allí pudo hablar con Patricia, quien le contó que había sido violada por los represores.
"Avisale a mis nenes y a mis padres donde estuve", le pidió la joven. López recordó que en ese momento los guardias ingresaron al calabozo y se llevaron a uno de los detenidos, Norberto Rodas (quien permanece desaparecido). "Escucho un martillazo y un tiro, un grito y no habló más", agregó.
Cuando volvieron a entrar al calabozo y se llevaron a Patricia, López logró asomarse por una pequeña mirilla en la puerta. "Ella les pedía que no la maten, que quería criar a sus nenitas", señaló el testigo.
López vio cómo fusilaron a la joven y luego a De Marco. También enfatizó que Patricia "nunca tuvo un arma en la mano y se dedicaba a cuidar chicos y darles de comer".
Según el sobreviviente, "fue Etchecolatz en persona el que dirigió" esos fusilamientos. "Era un asesino serial, no tenía compasión", agregó, para luego destacar: "Yo sentí que mataron a más esa noche. Decían que por cada soldado que muriera iban a caer cinco de nosotros".
El albañil fue trasladado luego a la comisaría 5ª de La Plata, junto a otros prisioneros que habían sido llevados junto a él desde Arana. "Un día llegó la patota y empezaron por mí a picanearnos", contó.
El testigo reveló que en esa sesión de torturas estuvo presente Etchecolatz. "Me miraba desde un costado y les decía (a los otros represores) «subile, subile más». La picana era a batería, y él decía que no era suficiente", afirmó.
López fue llevado de la comisaría 5ª a la 8ª, donde tiempo después le comunicaron que sería puesto a disposición del Poder Ejecutivo. El 4 de abril de 1977 lo trasladaron en un camión del Servicio Penitenciario Provincial a la Unidad Nº9 de La Plata. Lo liberaron recién el 25 de junio de 1979.
Causa abierta
La causa por la cual Etchecolatz fue condenado se inició en abril de 1998, cuando la APDH, junto a familiares de desaparecidos, demandó ante la Cámara Federal de Apelaciones la apertura de un proceso en el que se investigara la desaparición de personas en la zona de jurisdicción del tribunal (La Plata, Berisso, Ensenada, sur del Gran Buenos Aires y parte del oeste de la provincia).
En ese marco se denunciaron nuevos hechos que no habían sido incluidos en el juzgamiento de la década del 80 en la llamada "causa Camps", que luego cayeron por efecto de las denominadas leyes del perdón (punto final y obediencia debida) dictadas durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
La madrugada del pasado 18 de septiembre López salió de su casa para concurrir a los Tribunales a escuchar los alegatos finales del juicio contra Etchecolatz. Nunca llegó.
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Fotos
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Según López, "Etchecolatz en persona dirigió" fusilamientos en el Pozo de Arana.
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