|
domingo,
24 de
septiembre de
2006 |
Copa Davis. El equipo de Mancini le sacó una ventaja indescontable a Australia
Copa Davis: Argentina jugará su segunda final en la historia
Elbio Evangeliste / Ovación
Enviado especial._ La volea de David Nalbandian se clavó impiadosa, con furia en el campo australiano. Locura en la gente. Ya nadie se quejaba del frío. "Vamos vamos Argentina, vamos vamos a ganar, que esta barra quilombera, no te deja no te deja de alentar". El champán volaba en el banco del equipo argentino. Diego revoleaba cualquier pilcha que encontraba. Todos lo hacían. Imposible parar de festejar. "Dale campeón, dale campeón". Papelitos celestes y blancos catapultados al aire desde cada vértice del estadio. ¿Rusia o Estados Unidos? "Cualquiera", decían los hinchas. Misión cumplida, aunque falte el paso más importante. Pero para diciembre falta y la espera será parte del goce. Sí, Argentina es finalista de la Copa Davis, cosa que no ocurría desde 1981, con Vilas y Clerc como estandartes.
Alberto Mancini logró armar un equipo sólido, que asusta jugando en la lentitud del polvo de ladrillo cuando le toca mostrarse en casa y también cuando se ve obligado a acelerar las revoluciones y el tenis cuando del otro lado del mundo se montan superficies súper rápidas. Ya no importa que no estén ni Coria, ni Cañas, ni Gaudio. El nivel de los que están es suficiente para potenciar la ilusión. Para hacer que esa bendita Ensaladera de Plata tenga alguna vez la bandera argentina flameando detrás suyo.
Lo de ayer puede haber funcionado como un excelente aperitivo para lo que vendrá. "Dale campeón", gritaba la gente enarbolando el trapo de la ilusión y demostrando que nada es imposible. Acasuso apareció hecho un león en la fría mañana de Parque Roca para cerrar el partido inconcluso del viernes. Intimidó a un desconcertado Hewitt y preparó la mesa. Nalbandian y Calleri tomaron la posta y sirvieron el exquisito banquete. Metieron tenis, algún que otro lujo, agallas, corazón y algo más. Todo apuntalado desde las enormes tribunas del nuevo y coqueto estadio.
Esta camada de tenistas (nunca está de más recordar que Coria y Gaudio no están pasando sus mejores momentos) merecía esta chance, más allá de lo que ocurra en diciembre (todo parece indicar que será en Rusia). Desde hace varios años vienen luchando para llegar a la cúspide y por una razón u otra los intentos no prosperaron. Pero siempre se creyó que Argentina estaba capacitada para acceder a la instancia decisiva, sobre todo cuando el Luli Mancini se planteó como principal objetivo formar un grupo en serio (antes parecía demasiado difícil de llevar a cabo) y, de a poco, ir aportando su granito de arena para lograr lo que hoy es una dulce realidad.
Veinte años tal vez no sea nada, según el sentimiento tanguero, pero 25 parecían demasiado. Si no que lo diga la gente, o bien Nalbandian, Calleri, Acasuso, Chela o Mancini. La montaña humana que se tejió sobre David una vez consumado el triunfo habló por sí sola.
Lo que resta de aquí a diciembre servirá para conjeturar de todo un poco. ¿Respetará el Luli el equipo que sorteó con éxito a Suecia, Croacia y Australia? ¿Habrá otros jugadores que puedan aportar más y mejores alternativas? Vale pensar en el futuro, pero es saludable aferrarse un rato más a este gratísimo presente. Argentina es finalista y bien merecido lo tiene.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
Nalbandian logró el último punto y se tiró al piso.
|
|
|