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 domingo, 03 de septiembre de 2006  
Central forjó un emotivo empate

Aníbal Fucaraccio / La Capital

No fue un empate híbrido. Central sacó más conclusiones que puntos anoche del Gigante. El 2 a 2 ante Independiente fue una interesante exhibición de adrenalina futbolística que no alcanzó a transformarse en triunfo para el dueño de casa porque al equipo de Néstor Gorosito le faltaron oficio y aplomo para llevarse el premio gordo. Tuvo sus chances y las desaprovechó. Y pagó su debido precio por ello. De todas maneras, la producción canalla fue un muestrario resumido y esperanzador de sus últimas dosis de progreso.

Todavía quedan muchos detalles por corregir, pero el conjunto auriazul mostró coraje para ir a buscar un partido que se presentaba muy complicado en los papeles y para liberarse de viejas ataduras. Creó más de una decena de oportunidades de gol, aparecieron los jugadores que todo el mundo reclamaba -como Wanchope y el Kily González- y jugó de igual a igual ante uno de los supuestos candidatos a obtener el Apertura. Por eso, la conclusión que arroja esta igualdad se inclina claramente hacia el polo positivo.

Central desnudó sus intenciones desde el inicio. Salió decidido a lastimar a los dirigidos por Jorge Burruchaga. Pero detrás de esa empresa, evidenció sus debilidades y su lentitud en defensa. En ese contexto, el partido ofreció un trámite emotivo, vibrante y de ida y vuelta, que entusiasmó a las más de 30 mil almas que poblaron el Gigante. Dentro de ese intercambio de golpes, sobresalían las figuras de Wanchope y Montenegro, los abanderados de la avanzada de cada equipo.

El que rompió la sucesión de amenazas fue Emiliano Armenteros, quien inexplicablemente apareció sólo por derecha dentro del área canalla, a los 35', y batió a Ojeda con un potente disparo alto y cruzado. Por ese entonces, el mazazo lucía injusto para las ambiciones locales.

En el mismo suspiro llegó el bálsamo de resurrección. En la jugada siguiente Ruben dejó sólo a Wanchope frente a Ustari, y la Cobra marcó por primera vez con la camiseta auriazul. El 1-1 se ajustaba más a la realidad del duelo.

El complemento expresó las mismas consignas. Los dos equipos se prestaban la pelota. El Rojo apostaba sus fichas al triunvirato Montenegro-Díaz-Armenteros pero fallaba Denis en la puntada final. En tanto, en Central crecía notablemente la influencia de Christian González y Darío Conca en los movimientos de ataque.

Fue así que, a los 59', el Kily dibujó un fantástico callejón por el centro de la cancha y habilitó a Wanchope que demostró que estaba en llamas y volvió a facturar. El pueblo canalla deliraba.

Los auriazules no se conformaron y fueron por más pero encontraron la peor respuesta. A los 67', Ojeda le tapó un mano a mano a Denis pero en el rebote bajó al Rengo Díaz en al área y el penal fue transformado en gol por Montenegro. De esa manera, parecía que todo el esfuerzo de los locales regresaba a foja cero.

Sobre el cierre del cotejo, Central tuvo su oportunidad. Hubo un penal a Wanchope que Favale desestimó. E Independiente también llegó a herir a través de Denis y Montenegro. Sin embargo, el destino del partido se posó caprichoso en una balanza y repartió errores y aciertos en partes iguales. Aunque la sensación en el imaginario colectivo auriazul es que Central siempre estuvo cerca.
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Coudet se lleva la pelota ante la marca de Eluchans.

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