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 miércoles, 30 de agosto de 2006  
La capital de Rusia, del comunismo al consumismo

Con casi nueve millones de habitantes, unos mil kilómetros cuadrados de superficie y una historia singular -en 2007 cumple nada menos que 860 años- Moscú es una de las grandes capitales del mundo. Perdió esa condición en 1712 cuando Rusia trasladó su capital a San Petersburgo, pero a partir de marzo de 1918 se convirtió nuevamente en la primera ciudad del país, esta vez de la República Federativa Socialista Soviética. Luego, desde diciembre de 1922, de la URSS, y desde 1991, de la Federación de Rusia.

Todos los preconceptos o ideas sobre esta ciudad, que hasta hace menos de 20 años era la más importante del fuerte régimen comunista, se desvanecen a las pocas horas de transitarla. Enormes avenidas con un tráfico impresionante y embotellamientos, parques gigantescos de abedules muy bien cuidados y un ritmo comercial febril y turístico la acercan más a una ciudad norteamericana que a una ex socialista. Se calcula que en Moscú y la región hay cuatro millones de vehículos, nada parecidos a los viejos y destartalados que se veían en las documentales de la ex URSS. La mayoría son modernos y hasta de marcas y modelos lujosos que, al menos en Argentina, poco se conocen.

Los rusos, o al menos los moscovitas, giraron rápido hacia el capitalismo. Les fue mal durante los primeros años pero muchos se animan a decir que ahora viven mejor. Los más mayores que conocieron el antiguo sistema tienen algunas nostalgias del pasado, aunque aclaran que la libertad que gozan actualmente es impagable. "El régimen y sus líderes eran como los dioses", se anima ahora a contar una mujer profesional que ya superó el medio siglo de vida y conoce toda la historia. "La menor crítica era considerada una traición al pueblo y así se llenaban las cárceles de presos políticos que terminaban haciendo trabajos forzados en la construcción de caminos o viviendas", recordó.

Sin embargo, no todo lo pasado fue peor. Se advierte que toda la infraestructura educativa, cultural y científica proviene del antiguo régimen y ahora se le ha dado una impronta con más democracia. La revisión del pasado aquí es permanente pero no por ello se ha tirado todo por la borda.

Atrás del mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja, están las estatuas de los prohombres rusos de todas las épocas y la de Stalin permanece aún en pie. Lo mismo que la de Marx, ubicada cerca de la entrada al Kremlin.

En la vida nocturna también hubo cambios. Sobre la avenida Tverskaya, que conduce a la Plaza Roja, los negocios, bares y restaurantes estaban ayer, martes, abiertos hasta las diez y media de la noche. Es verano y la temperatura máxima llega a los 20 ó 22 grados. En invierno el frío alcanza los 30 grados bajo cero y la gente se queda en sus casas calefaccionadas.


Sin mendigos
En Moscú, al menos, no se ven mendigos, grandes ni niños. Tampoco cuidacoches o limpiaparabrisas. Las calles están impecablemente limpias y se advierten muy pocos baches en los caminos. La seguridad en el centro y las zonas principales turísticas de Moscú parece no ser un gran problema. Se puede caminar sin ser molestado por algún ocasional borracho y no abundan los asaltos a mano armada.

Pero como puede suceder en todas partes, anoche, un grupo de jóvenes cantaba y gritaba por las calles mientras se divertía rompiendo los vidrios de los semáforos. La policía, muy presente en las calles, todavía no los había advertido.

La mejora económica de Rusia se nota: construcciones y reformas por todas partes, la renovación total del aeropuerto (viejo y atrasado) y la apertura de nuevos negocios. En esta capital se nota el contraste de la humildad de tiempos de modestia y uniformidad con el despertar consumista por tener el mejor auto, casa u objeto electrónico.

Es una urbe donde grandes y pequeñas empresas del sector automotriz, de máquinas y herramientas, aviación y electrodomésticos. También tiene industrias químicas, siderúrgicas y alimenticias. Es la plaza financiera más grande de la nación y sede del Banco Central de Rusia.

La capital rusa tiene cerca de cien museos, entre los que sobresalen los del Kremlin, el de Artes Plásticas Pushkin, y el de Artes Decorativas. El famoso Bolshoi (ahora cerrado por reformas) es uno de las sesentas teatros profesionales de la ciudad, además de los circos y salas de conciertos. La iglesia de San Basilio, la catedral San Miguel Arcángel, el campanario de Iván el Grande y la Plaza Roja, son algunas de las atracciones arquitectónicas de una ciudad que nunca se termina de recorrer ni deja de sorprender a quienes la visitan por primera vez o a aquellos que la conocieron años atrás.
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