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domingo,
27 de
agosto de
2006 |
De Piamonte al sur de Santa Fe
En "De Europa a las Américas" un grupo de historiadores propone nuevas miradas sobre la inmigración. Aquí se analizan los liderazgos surgidos a partir de los almacenes de campaña
Carina Frid
Concentrados en la nueva geografía de la producción cerealera que despegó desde 1890 en el sur de Santa Fe, los comercios de campaña regidos por piamonteses reunieron un conjunto de atributos. Sus propietarios y una buena parte de sus dependientes y empleados eran oriundos de pequeños centros urbanos ubicados a lo largo del arco central e inferior del valle de Ossola, en el extremo nordoccidental de la frontera alpina de Italia. Ya sea como parte de la emigración política al Río de Plata de las dos décadas previas a la Unificación (1850-1870) o bien como flujo migratorio impulsado por la temprana crisis agraria de la agricultura de montaña y por las oscilaciones ocasionadas por el largo ciclo de despegue de la vecina industrialización lombarda, la corriente de Ossola tomó contacto con Rosario y con el hinterland agrario santafecino muy tempranamente.
Pero si en la tierra de la colonización agraria el aporte numérico de lombardos y novareses fue consistente especialmente en los distritos centrales (Rafaela, San Carlos, Esperanza), las dimensiones que alcanzó en la ciudad de Rosario fueron mucho más limitadas. Sólo un reducido número de ossolanos tuvo anclaje en la ciudad de Rosario: su padrón profesional incluía profesiones manuales calificadas (ebanistas, carpinteros), el comercio y la pequeña manufactura (fábrica de velas y jabones).
La red del valle de Ossola en Rosario contaba, sin embargo, con un atributo clave: sus pioneros se contaron entre los miembros activos de la vida asociativa italiana de Rosario. Dos de sus integrantes tempranos formaron parte de las primeras comisiones directivas de la Unione e Benvolenza a principios de la década de 1860 (José Calpini, ebanista, propietario de una mueblería y de una fonda) y llegaron a presidir la entidad en 1875 (Francisco Torlasco, fabricante de velas). Aquella temprana experiencia institucional les permitió acumular recursos ventajosos (contactos institucionales y comerciales, información) que fueron capitalizados sobre todo en el largo plazo (1860-1900) por los flujos con los que la corriente de Ossola fue renovando sus cuadros en Rosario y en Santa Fe. Las ventajas de haber compartido linajes institucionales y adhesiones políticas vincularon a los nuevos inmigrantes con las figuras pioneras dentro del campo mercantil, pero fueron insuficientes a la hora de hacer anclaje en las filas de la influyente élite comercial lígure que a lo largo de la segunda mitad del ochocientos controlaba buena parte del comercio de importación y del crédito comercial de Rosario.
Aquella influyente red comercial formulaba ya entonces sus nuevas estrategias de expansión en los núcleos centrales de la colonización agrícola, estimulada por las posibilidades abiertas ante el crecimiento de una demanda estimulada en los mercados de la nueva frontera agraria. La compra de tierras también formó parte del elenco de las inversiones del grupo comercial italiano. Los hermanos Luis y Benito Castagnino (prósperos comerciantes de la ciudad de Rosario), adquirieron una propiedad ganadera en Arroyo del Medio Centro a principios de 1880, lindante con la estancia de E. Bett de Peyrano, esposa de un reconocido comerciante lígure de Rosario. José Castagnino, miembro de la misma rama de la red parental de los Castagnino de Lavagna que habían emigrado a Rosario, compró propiedades de considerable extensión en el departamento Caseros a comienzos de los noventa, aprovechando el ciclo de baja del precio de la propiedad rural que siguió a la crisis del noventa. Ninguno de los miembros de la red de Ossola en Rosario integraron en las filas del gran comercio de Rosario y si bien el flujo tuvo una clara orientación al sector de la intermediación mercantil de campaña, hasta inicios del novecientos las propiedades en tierras que estuvieron en condiciones de adquirir cobraron dimensiones bastante más modestas.
Los datos relativos al diseño morfológico de la corriente de Ossola que se ocupó en el sector mercantil responden a un patrón migratorio de adultos jóvenes y de un menor peso relativo de la emigración de conjuntos parentales. La revitalización (si bien moderada) del flujo ossolano en Rosario se verifica en los años de 1880, cuando miembros del grupo parental de José Calpini (su hermana Enriqueta y su esposo Serafín Morgantini), se instalan en la ciudad (1880-1883). Morgantini realizó en esos años operaciones de préstamo a otros piamonteses de Ossola tempranamente asentados en la ciudad. Allí también tomó contacto con comerciantes italianos y más en general con agentes e intermediarios especializados en la comercialización de la producción rural.
Si bien el comercio mayorista de Rosario había logrado construir un sólido circuito mercantil en las áreas cerealeras del centro de Santa Fe, su peso en los espacios del sur dedicados a la producción de cueros y de lanas fue insignificante hasta mediados de los años de 1880. El ingreso en 1884 de Serafín Morgantini (una figura que se ubicaría en la periferia del núcleo del comercio italiano de Rosario) a la venta minorista en el distrito de Pavón Centro forma parte del incipiente ciclo de expansión de dicho sector en el negocio de la intermediación primero de la producción ganadera y en la década siguiente, cerealera de las tierras meridionales.
Aquel primer ciclo de expansión hizo necesaria la incorporación de nuevas figuras que revitalizaron la primitiva red migratoria de Ossola. Todos provenían del área del valle inferior y central de Ossola (Domodossola, Crevoladossola, Montecrestese, Mergozzo, Pallanza). Ya desde la experiencia pionera de mediados de 1880 la gestión del negocio rural de Morgantini se apoyó en el ingreso de cuadros generacionales jóvenes reclutados en los entramados parentales y parroquiales de origen. Primero recurrió a su cuñado Antonio Calpini, quien arribó a la Argentina a principios de los años ochenta y se asoció poco tiempo más tarde con Serafín Morgantini en la explotación de los tres almacenes rurales (Calpini y Morgantini) instalados en los distritos de Pavón Centro, Arroyo del Medio Centro y Arroyo Seco. En ese misma década Morgantini incorporó también a su sobrino, Daniel Morgantini, y a tres jóvenes de Ossola (Angel Calcini, Renato Cattáneo y Paolo Baiocchi) como dependientes y habilitados de sus negocios de campaña. Estas mismas prácticas selectivas (de reclutamiento y de ingreso a la esfera mercantil) fueron reproducidas sistemáticamente por los miembros de la red de negocios oriundos del área de Ossola, reteniendo en consecuencia a sus miembros dentro de los espacios rurales e incrementando la capitalización colectiva del grupo mediante la concentración de recursos profesionales y financieros.
Tras el regreso de Serafín Morgantini con su núcleo familiar a Domodossola en 1886 (adonde muere en 1891) y la partida de Antonio Calpini a Chile e Italia en 1889, se aceleró la sucesión y acceso a la titularidad de los negocios para los miembros más jóvenes de la red migratoria. Los encargados de liderar este segundo ciclo de negocios rurales fueron Daniel Morgantini y Cattáneo en la pequeña localidad de Godoy y Angel Calcini en Santa Teresa. El comercio de campaña respondió al cambiante contexto productivo que se imponía ya desde fines de los años ochenta en el sur de Santa Fe, conectando los circuitos mercantiles al espacio más amplio que diseñaba el ferrocarril y su nueva geografía de pueblos, villas y estaciones.
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Los almacenes de ramos generales fueron el centro de la vida social y política en la campaña santafesina a fines del siglo XIX.
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